"Te toca conducir". Esas tres palabras obligan a diversión con sequía de alcohol, cada fin de semana, a cientos de jóvenes que salen de marcha por la costa del Mar Menor. El turno de sequía es una de las prácticas más extendidas para superar sin problemas los controles de alcoholemia que los policías locales de los municipios costeros intensifican de viernes a domingo, más aún durante el verano. Cada semana le toca a un sufridor ponerse al volante para devolver al grupo sano y salvo a casa de madrugada.
Una de las alternativas en alza es el taxi. Las salidas de los jóvenes han incrementado un 25% el trabajo, según afirma el portavoz de Unión Radio Taxi Mar Menor, José Luis Pascual, que habla en nombre de los 18 taxistas de San Javier y La Ribera. "Es el trabajo de los fines de semana y de verano, porque la población baja en invierno y tenemos pocos clientes", explica Pascual. Los taxistas procuran "estar siempre cerca de las zonas de ocio en La Ribera, Los Narejos y el aeropuerto", asegura el portavoz. El temor a una multa, la pérdida de puntos o, peor aún, la retirada temporal del carné de conducir, ha dado clientela a los taxistas, que en ocasiones no dan abasto a transportar noctámbulos a sus casas.
"A veces hay peleas por pillar un taxi, porque los llamas por teléfono y no se suele dar el nombre"; explica David, un joven estudiante de La Ribera. "En verano es la locura", afirma. La salida de una de las discotecas o locales de copas de la zona da inicio a la operación regreso que, en el fondo, esconde una de las costumbres más arraigadas en la cultura nacional. "Sí, la gente bebe mucho", reconoce el joven. "Muchos se llevan el coche para hacer botellón en la puerta de los locales, así no se gastan los 6 euros más o menos que cuesta la copa", cuenta. Hay que sumarle los alrededor de 20 euros del taxi, que suele repartirse entre cuatro viajeros.
