Atrapados en un ascensor y linternas agotadas: la crónica del apagón en el Mar Menor

Colas en un bazar de San Javier
Colas en un bazar de San Javier

A. Salas
Pensamos que ya lo habíamos vivido todo tras la pandemia y las inundaciones. Cuando ayer, lunes 28 de abril, escuchamos ese ‘clac’ característico de la caída del suministro eléctrico, volvimos a revivir el asombro. Uno de esos momentos en los que nadie olvida ya dónde estaba cuando se produjo el apagón general en la península ibérica. Seguro que no lo olvidarán las dos personas que, en su edificio de la calle Belén, en San Pedro del Pinatar, se quedaron atrapadas en el ascensor. ‘Vaya mala pata’, pensarían, ‘que la mayor caída eléctrica que se recuerda en la historia se produzca en los pocos segundos que tardamos en bajar’. Los bomberos acudieron al rescate y, con la llave maestra de la compañía de ascensores, lograron liberar a la pareja del ascensor en pocos minutos.

Encerrados en el garaje en SAN PEDRO DEL PINATAR

Cuando todo funciona, no pensamos en la dependencia que nos ata a la energía eléctrica. Quién se lo iba a contar al jubilado que se quedó encerrado en su garaje de la calle Crucero Baleares, de San Pedro del Pinatar. «Acudimos a rescatarlos, pero enseguida vimos que hacía falta la maquinaria que tienen los bomberos para abrir la puerta hidráulica», explica el técnico de Emergencias Raúl Esquiva. En los primeros intentos de abrir la puerta por su cuenta, el hombre se hirió la mano, por lo que fue atendido por los sanitarios de la ambulancia. También sufrió un leve mareo debido al estrés que sufrió con la reclusión en el garaje.

El oxígeno vital en el domicilio de pacientes

La ambulancia del servicio de Emergencias de San Pedro del Pinatar también tuvo que ocuparse de atender a las personas con discapacidad que, desde sus casas, necesitan las bombas de oxígeno o de medicación. Además de los grupos electrógenos de que dispone Protección Civil, el servicio regional de Emergencias 061 tuvo que decidir si un paciente debía ser trasladado al hospital hasta que el suministro eléctrico se normalizara.

«Una radio con pilas y mucha calma»

«La gente no estaba asustada, pero sí había mucha incertidumbre, por eso muchos se fueron a comprar alimentos», cuenta Esquiva. En situaciones como la del apagón, el técnico de Emergencias recomienda «tener una radio cerca para conocer las últimas noticias y mantener la calma». Reconoce que ha vivido situaciones mucho peores, como la DANA en Murcia, «que fue mucho más caótica y con más estrés», cuenta.

Mesa de Seguridad en San Javier
Mesa de Seguridad en San Javier

Parado el puente del Estacio

La jornada ‘desenchufada’ discurrió sin incidencias en San Javier y Los Alcázares. «Me comuniqué con la Policía local con un walkie», comenta el alcalde de San Javier, José Miguel Luengo. Desde que se conoció la dimensión del desplome eléctrico y, ante la duda de su duración, convocó reuniones de seguridad y decidió paralizar las aperturas habituales del puente del Estacio, que separa el Mar Menor del Mediterráneo, para evitar sobrecargas en los grupos electrógenos.

La desconexión informativa fue lo más complicado para los ayuntamientos, que al contrario que en la DANA y con la pandemia, no pudieron informar a los vecinos, ya que no funcionaron ni los móviles ni internet. Para suplir esa desconexión, el Ayuntamiento de San Javier tenía dispuesto un plan de recorridos por los barrios durante la noche con vehículos equipados con luces de emergencia para que «la gente viera cerca la presencia policial», explica el alcalde, José Miguel Luengo.

Velas y linternas agotadas

El día del transistor. Foto de Carmen Martínez Morales.
El día del transistor. Foto de Carmen Martínez Morales.

Los bazares hicieron su agosto. Con las luces apagadas o tan solo con algunas de emergencia, recibieron a decenas de clientes en busca de linternas, radios, pilas y velas, que se agotaron. «Yo tenía un transistor en el despacho, y me llamaban antiguo», bromea el alcalde de San Javier.

A cientos de familias en España les pasó como a Carmen Martínez Morales, vecina de San Javier: «Lo más sorprendente fue ver cómo mi hijo miraba la radio que compré en el chino flipando. La cogió cuando volvió la luz y dijo que se la quedaba o que la guardáramos en la caja fuerte».

Tranquilidad en las calles de Los Alcázares

La Mesa de Crisis se reunió al mediodía en Los Alcázares para contactar con los centros de mayor afluencia de público, las empresas locales con mayor dependencia de la electricidad, como las fábricas de hielo, y los restaurantes. «Teníamos previsto ampliar las patrullas nocturnas y reforzar el dispositivo de Protección Civil», explica el alcalde, Mario Pérez Cervera. Tras la DANA que asoló el municipio en 2019 y la pandemia, cree que la ciudadanía está ya ‘entrenada’ ante las situaciones extremas. «No hubo problemas de tráfico a pesar del apagón de los semáforos», asegura.

Mesa de Crisis en Los Alcázares
Mesa de Crisis en Los Alcázares

Generadores en los hoteles

Los hoteles de la costa del Mar Menor no registraron incidencias, ya que «suele haber generadores para dar servicio a situaciones de contingencia breve y con cobertura limitada, como ascensores, luces de emergencia y calderas», explica el presidente de la Asociación de Empresarios de Alojamientos Turísticos de la Costa Cálida, José Catalá.

«Normalidad absoluta» en los hoteles, asegura el portavoz de los hoteleros en un lunes después de Semana Santa, con la ocupación bastante baja.

Doble presencia policial en Torre Pacheco

El apagón sembró el temor en Torre Pacheco de un posible repunte de la inseguridad ciudadana. Para evitar posibles conflictos, sobre todo durante la madrugada, el alcalde, Pedro Ángel Roca, activó el Plan de Emergencias y dobló la presencia de la Policía local en las calles.

Algunos aprovecharon la desconexión para salir a pasear por las calles o pasar la tarde con los niños en los parques. El apagón nos dejó claro lo vulnerables que somos y con qué facilidad se puede venir abajo nuestro sistema, aunque se convirtió en el redescubrimiento de la radio, de las cenas sin televisión, de las tardes sin redes sociales.

«Los aparatos nos quitan el habla; por eso nos transforman en menores de edad y en subordinados», cita la psicoanalista Lola López Mondéjar a Günther Anders en su libro ‘Sin relato’ (Premio Nacional Anagrama de Ensayo 2025). La escritora murciana señala «la disminución de la capacidad de escuchar», «la pérdida de la atención» y «la atrofia de la capacidad narrativa» entre los efectos del empobrecimiento que hemos sufrido con el abuso de las pantallas y «el vaciamiento del mundo interior para sustituirlo por propuestas prestadas».