Han pasado cinco años desde que la Casa Cuna abrió sus puertas y ya tiene una larga familia. Entre las paredes de ese hogar para embarazadas y madres con hijos de corta edad que necesitan cobijo, han nacido cuatro niños y muchos otros han pasado por allí hasta que sus madres han podido recuperar las riendas de su vida. El milagro es obra de la Vicaría del Campo de Cartagena, que la mantiene en funcionamiento con el trabajo en primer fila de las hermanitas de la Anunciación.
Matilde, Rosa y Fátima son las tres madres de todos. Estas religiosas organizan la vida en la Casa Cuna, dan apoyo anímico a las madres, que suelen llegar con problemas personales y sociales, y se ocupan además del cuidado de los pequeños que acuden a diario al Centro de Atención a la Infancia. En esta guardaría, conviven los hijos de la Casa Cuna con el resto de los menores de Sucina que aún no van al colegio.
Entre las paredes de un edificio de la pedanía murciana de Sucina, que cedió un benefactor, transcurre la vida de la Casa Cuna. Las madres se turnan para cocinar para todos, igual que con la limpieza, para que todo funcione como en un auténtico hogar. «Aquí recuperan la normalidad, los horarios de comida de los niños, para incorporarlos a su vida», explica Matilde. Son muchos ya los pequeños que han pasado por allí, y siempre es un drama para las religiosas despedir a los que se marchan.
«Este es un espacio de mucha libertad. No se pregunta a las mujeres de qué creencia son ni se les pide nada. Igual están una semana que dos años si es lo que necesitan para dar los pasos y salir adelante en su vida», explica el vicario y presidente delegado de la Casa Cuna, José León.
El vicario lo tuvo claro desde el principio, cuando el obispo Reig Pla lo puso en marcha, aunque «ha sido el actual obispo, José Manuel Lorca, quien ha hecho el esfuerzo. Cada vez que hay algo me dice ‘toma, para la Casa Cuna’, y hasta aporta de su bolsillo cada año», afirma el párroco de San Javier. Cree que «hablamos mucho de la defensa de la vida y de evitar abortos, pero tenemos que ofrecer soluciones. Que la falta de medios no impida ser madre».
Cuentan con voluntariado para ayudas puntuales, como el vecino de Sucina que lleva cada día a una de las niñas a Aidemar, en San Javier, o para impartir talleres de cocina y otras habilidades que ayuden a las madres a construir su autonomía personal.
Como cualquier otro hogar, necesita a menudo de cuidados, ampliaciones y mantenimiento. «Queremos climatizar el comedor para que resulta más confortable, pero también tenemos pensado ampliar el Centro de Atención a la Infancia», explica León.
Colaborar es fácil: puede hacerse calzándose las zapatillas deportivas, ya que la Asociación Deportiva San Javier, con la colaboración del Ayuntamiento, ha organizado la II Carrera Solidaria por el Niño el domingo 3 de enero a las 10 horas desde La Ribera hasta San Javier, a 6 euros para participar en los 5 kilómetros, o 4 euros en la Milla Infantil.
Se recogerá juguetes, ropa y alimentos no perecederos, aunque también se puede colaborar mandando un SMS con la palabra CASA CUNA al 28014, con lo que se dona 1,20 euros a la causa.