Los alcazareños rinden homenaje a sus tres practicantes en el 34 aniversario de la independencia

Los alcazareños no han olvidado a quienes les curaron las heridas, pusieron inyecciones a sus hijos cuando enfermaron, pasaron noches de desvelo con una parturienta e incluso amortajaron a algún difunto. Los tres practicantes de Los Alcázares recibieron el agradecimiento del pueblo en el acto del 34 aniversario de la independencia municipal, en el que se entregó el premio Al Kazar a la Unidad Militar de Emergencias por su intervención en las inundaciones de 2016.

 

Hubo emoción y recuerdo para todos. Y los vecinos les dedicaron un caluroso aplauso, tanto a los tres practicantes, que se ocuparon de su salud durante décadas, como a la UME de las Fuerzas Armadas, que acudieron en auxilio de los alcazareños en las peores inundaciones de su historia. «Cuando cicatrizamos apenas las heridas, con el ánimo casi recobrado, no queremos dejar pasar la oportunidad de reconocer el valor que los integrantes de la UME demostraron con los alcazareños», destacó el presidente de la comisión Al Kazar, Pablo Galindo la pasada noche del viernes, 13 de octubre, en el acto celebrado en la plaza del Ayuntamiento.

«Todos estaban desbordados cuando las llamadas de auxilio llegaban al 112. Bomberos, Protección Civil, Policía local, Guardia Civil se multiplicaban», recordó Galindo. El cronista de Los Alcázares no olvidó que con las riadas «se perdió una vida humana y muchos bienes materiales, recuerdos personales y negocios familiares». «No olvidamos la solidaridad de los voluntarios, el aliento y apoyo de las entidades regionales y locales», señaló.

En nombre de la comisión Al Kazar destacó «a los hombres de gran corazón y noble espíritu que aparcaron sus situaciones personales y llegaron a Los Alcázares con excelentes medios capaces de encontrar soluciones a las situaciones más complejas, con un helicóptero, vehículos todo terreno y maquinaria pesada». Galindo agradeció a la UME «su saber estar, su disponibilidad y trato amable, su espíritu de servicio que demostraron los más de 200 efectivos que estuvieron en Los Alcázares del 19 al 23 de diciembre». «Esa ayuda y esos hombres no serán olvidados», dijo el cronista.

Para el alcalde, Anastasio Bastida fue «la peor prueba en los 34 años de existencia del municipio. Nos dejó devastados, no solo en lo material». «La solidaridad de voluntarios, personas anónimas e instituciones que se volcaron con nosotros nos ayuda a ver el futuro con esperanza e ilusión», afirmó el regidor. A Los Alcázares acudieron más de 200 integrantes de la UME, que asistieron a rescates de vecinos y vehículos. La misma unidad que ha realizado casi 400 intervenciones de auxilio en los últimos 10 años a nivel internacional. «Contarán siempre con el cariño y el reconocimiento de los vecinos», afirmó el alcalde, quien anunció que propondrá al Gobierno la concesión a la UME de la Corbata de Honor de Isabel la Católica.

El teniente coronal Javier Moreno recogió el premio Al Kazar y, en la misma plaza donde solo diez meses atrás el agua se elevó por encima de un metro de altura, aseguró ante los vecinos que «para un militar no hay mejor medalla ni mejor salario ni paga que el cariño de los ciudadanos». «Vivimos con ustedes ese dolor, esa rabia, esa impotencia y fuimos testigos de la entereza y la entereza de los añcazareños, del cariño de mis compañeros y de la comprensión de los vecinos porque no podíamos estar en tantos sitios como queríamos». Moreno prometió «seguir protegiendo a los murcianos y a los añcazareños como compromiso de la UME sin fisuras y con absoluta entrega».

La parte más emotiva llegó con el homenaje a los tres practicantes, incluido a José Alarcón, ya fallecido. «Hombre inquieto y decidido, muy servicial, que levataba el ánimo con pocas palabras, falleció en 2004 y su hija María José y su mujer Loli siguen involucradas en movimientos benéficos», explicó Bastida.

Sobre Rafael Torá, ATS del Ejército del Aire, igual que Alarcón, destacó «su bondad y sencillez, su amabilidad envuelta en una sonrisa, siempre consolando en el peor momento de los hogares» junto a Paulino Gómez. En el pequeño dispensario, abierto en 1969 en la calle San Enrique, se concentraba todo el servicio sanitario en unos años en que no había consultorios médicos ni hospitales.