Las clientas le mandan videos con los efectos devastadores que el confinamiento ha dejado en sus cabezas, pero Imanol Oliver no cede. «Me llaman para que vaya a sus casas a teñirles y a arreglarles el pelo, pero hay que esperar a que podamos abrir», explica el peluquero, cuyo salón cumple ya 12 años en Los Alcázares con clientela de toda la comarca del Mar Menor.
Sus clientas más veteranas de los viernes -una tradición inamovible- le dieron la alerta antes incluso que las autoridades sanitarias. «Los viernes por la mañana vienen clientas de siempre, y el viernes de marzo previo al decreto del Estado de Alarma, no vino ni una«, recuerda del último día de apertura en la peluquería Oliver.
Después llegaron «los primeros agobios, pero solo los tres primeros días. Después me dije que había que ir con la corriente de los acontecimientos». Así que Imanol se ha dedicado a disfrutar de su familia y sus aficiones. «Soy feliz en mi patio con mis plantas y mis bonsais, pero también he ordenado la buhardilla, que nunca tenía tiempo, y he hecho bricolage hasta que se me ha acabado el material», cuenta de su particular encierro.
Ve también una oportunidad a nivel profesional para ampliar la formación’online’, «que es enorme en peluquería», señala. Ante el aumento del tráfico en internet, el empresario alcazareño ha procurado cuidar sus redes sociales con «tutoriales sobre cómo ponerte la mascarilla y otros cuidados del pelo».
SU RECETA POSTCOVID PARA LA PELUQUERÍA
El empresario no ha esperado a la apertura para «poner en marcha posibles protocolos» que le permitan funcionar con todas las garantías de seguridad. Cree que el mayor condicionante será la limitación de aforos que se impondrá en los locales tras el Estado de Alerta. «Tendremos que ampliar el horario y hacer turnos de personal porque una de las medidas será espaciar las citas de los clientes«, explica Imanol.
Con un salón de 150 metros cuadrados, tendrá más ventajas a la hora de adaptar espacios para mantener las distancias de seguridad entre los clientes. «Puede que tengamos que dejar un tocador libre por medio, aunque todo esto tendrá que esperar a medidas más concretas cuando nos informen de las condiciones de protección», asegura el empresario.
Ve una posible ventaja en la ampliación del horario de apertura: «Podría así mantener a la plantilla y ser más competitivo ofreciendo un horario más amplio».
Sobre los materiales que usan en la peluquería, ya prevé que tendrá que esterilizar todos los útiles después de cada cliente. «Los peinadores, batas, toallas y resto de tejidos tendrá que ser de un solo uso, aunque ya me han ofrecido servicios de lavandería que desinfectan y precintan para ofrecer una garantía de higiene total, aunque me inclino por el material de un solo uso«, explica. Sus nuevos hábitos incluirán una limpieza más intensa de reposacabezas y pilas, superficies de sillones y todas las zonas de contacto.
Para el personal, cree que «será necesaria una fase de formación sobre buenas prácticas y protocolos de seguridad, a pesar de que estos hábitos necesitan un periodo de adaptación para interiorizarse y evitar descuidos».
Este virus ha llegado como un seísmo para el sector comercial y las pymes, recién salidas de una crisis financiera mundial y, en el caso de Los Alcázares, de cuatro episodios de DANA con cuantiosos daños económicos. «Las inundaciones nos dejaron tocados. Fue una detrás de otra, y con la amenaza de la crisis del Mar Menor, ya pensaba que tendríamos que pasar las plagas bíblicas, cuando llega el coronavirus», asegura Imanol. Todo este cúmulo de adversidades «se ha notado en la economía local«, afirma.
El empresario cree que «Los Alcázares tiene que recuperar su competitividad a nivel turístico, porque ya solo era playa, mientras que otros municipios le sacan partido a los eventos deportivos y culturales». «Esta crisis sanitaria nos ha hecho ver lo vulnerables que somos, aunque tengo fe en el género humano y creo que en un año tendremos la vacuna, aunque las medidas de higiene se quedarán«, afirma el empresario. Destaca la capacidad de adaptación del mercado, que ya lanza nuevos diseños de mascarillas.
Imanol Oliver repasa el corte de pelo de su hijo aprovechando el confinamiento en casa.
Para el sector de las peluquerías, esta crisis pasará una factura en algunos casos inabarcable. El empresario cree que «esto barrerá muchas peluquerías, sobre todo las pequeñas que tienen una, dos o tres personas y funcionan con márgenes muy cortos». Asegura que «en España hay 53.000 peluquerías, y más del 80% tienen esas circunstancias de riesgo». El sector ya se tambaleó con la subida del IVA, del 8% al 21% en 2012 en una de las medidas de austeridad del Gobierno de Rajoy. «Tuvimos que hacder malabares y nos costó mucho recuperarnos, porque este negocio no es de picos en la caja, sino de ingresos fijos», explica.
Las llamadas de las clientas durante el confinamiento le hacen pensar que tendrá una demanda creciente tras la reapertura. «No he hecho lista de espera, pero creo que tendré dos días ya llenos cuando vuelva a abrir», asegura.
¿Y qué estilismos harán en Oliver después del coronavirus? Al principio tal vez la clientela pida los arreglos habituales, pero Imanol cree que «esta experiencia seguro que dejará huella». Recuerda que «auqella moda de llevar tres dedos de raíz de las mechas californianas salió de la anterior crisis».
«Ya están creando colecciones de peluquería inspiradas en las mascarillas», indica Imanol, quien apuesta por un auge a medio plazo del «ecofriendly» y los estilismos más naturales. «Nosotros ya trabajamos con productos de línea ecológica«, afirma. La venta ‘online’ de productos para el cuidado en casa y el ‘háztelo tú mismo’ serán fórmulas en crecimiento.