Un ovillo de lana, unas agujas y toda la imaginación disponible para derrochar son las armas de Laura Albaladejo, experta en labores manuales, preparativos de fiesta y postres fondant. Sus talleres de Amigurumi en el espacio cultural La Nena, de La Ribera, tienen lista de espera. Cuál es su secreto?
«El Amigurumi es algo nuevo. Las labores estaban etiquetadas como algo de abuelas y, como comento a veces con mis amigas, ahora nos hemos dado cuenta de que no tiene nada que ver con que las mujeres sean independientes y libres», explica la profesora, natural de El Mirador y residente en Santiago de la Ribera. Con la moda por las labores manuales, su taller de Amigurumi en La Nena tiene lista de espera. «Tengo alumnas de 80 años, de 60 y también de 20», comenta Laura. «Todo vuelve. Se había olvidado lo artesanal, pero lo hemos recuperado».
La técnica del Amigurumi cuenta además con un encanto especial. «Relaja y es creativo y, sobre todo, es algo más que hacer muñecos. Tiene un significado, es crear algo para regalar con tu imaginación», explica. Además de la experiencia de elaborar los pequeños muñecos, Laura cree que parte su tirón consiste en que «son proyectos cortos y, con el estilo de vida que tenemos, no puedes pasar dos meses tejiendo una colcha, pero el Amigurumi lo tienes en pocos días y por poco dinero».
A su taller han llegado alumnas que se encuentran en situación de desempleo y «como hay mucha gente con más tiempo libre, necesitan entretenerse en algo, evadirse un rato de los problemas, y ésta es una evasión muy asequible», asegura Laura. Tal accesible a cualquiera como que un ovillo de lana cuesta entre dos y cuatro euros, y unas agujas de ganchillo no más de 1,50 euros. Laura tiene previsto además impartir un taller de técnica XXL: «un ganchillo de toda la vida pero actualizado para hacer cestos, bolsos, alfombras…». Tiene un blog, Cosas de Wala, que da idea de su estilo y gusto artesano.
Los Amigurumis son una antigua tradición artesana en Japón cargada de significado yendo mucho más allá de ser un hobbie o pasatiempo.
Forman parte de la cultura de lo kawaii, término que podría traducirce como bonito, tierno, adorable.
Más allá de su uso como figurita decorativa o juguete, el objetivo que persiguen los amigurumis es alimentar el espíritu de niño que todos llevamos dentro. Según la tradición cada amigurumi posee un «alma» que lo convierte en el compañero y confidente de por vida de su dueño, proporcionándole protección y consuelo en los momentos de estrés y tristeza.
Estas figuritas son objetos de apego ligados a conceptos de amistad, complicidad y compañía. Proporcionan protección y seguridad a su propietario. En algunos casos son usados como amuletos personales y también en casas, negocios y puestos de trabajo. En Japón es usual verlos en las oficinas al lado de los ordenadores como un símbolo de apego, o adorno personal, o como recordatorio de respirar, sonreir y hacer una pausa.