Desde que el fútbol se ha convertido en un espectáculo de masas donde las televisiones pagan derechos de retransmisión millonarios a los clubes profesionales y el dinero circula a raudales en el mercado de fichajes, la filosofía y la esencia de este deporte se ha redimensionado. Ha surgido un interés por la búsqueda del crack en potencia. Los ojeadores estudian de cerca a los equipos más humildes y el seguimiento deportivo a los chavales se realiza cada vez a edades más tempranas. Las escuelas se han profesionalizado y son un semillero de futuros futbolistas. Atrás quedó el equipo de barrio donde los chavales, claro que soñaban con emular Cruyff, Zidane, etc. pero ante todo eran felices con un balón en los pies. El perfil de entrenador solía corresponder con la de una persona que transmitía a los niños determinados valores y, sobre todo, les enseñaban a jugar en equipo, defendiendo los colores del barrio o pueblo.
Hoy en día el fútbol es una industria que genera beneficios. Hace unos años las escuelas estaban regentadas por los ayuntamientos. Este servicio, como tantos otros, se ha privatizado y en la actualidad se han convertido en pequeñas factorías donde se forma al alumno –nada que criticar- utilizando sistemas muy profesionalizados, como si de grandes clubes se tratasen. La filosofía empleada se basa en la idea de que el futbolista que destaca tiene que disponer de más minutos de juego, pues su proyección es mayor que la del chaval con menos facultades o talento con el balón. Estas escuelas reciben subvenciones de los diferentes municipios y cobran a las familias por la formación de sus hijos. Y al final se convierten en la cantera del club local o regional que eligen a los mejores futbolistas en detrimento de aquellos que tienen menos talento, ocasionando, en algunos casos, problemas psicológicos relacionados con la autoestima en niños que se encuentran en pleno desarrollo. Por suerte esto no ocurre siempre.
En Santiago de la Ribera, una población eminentemente costera, surgió hace más de diez años un equipo amateur que dio la oportunidad a chicos del pueblo, que finalizaban su ciclo en categoría juvenil, a seguir practicando fútbol. El Riber, desde entonces y con mucho sacrificio, ha trabajado por mantener viva esa idea original. Y en plena pandemia se ha podido materializar una de las ilusiones de esta entidad: la creación de una escuela de fútbol. Este proyecto ha sido posible gracias a la incorporación, dentro de la disciplina del club ribereño, de Moisés Rosique como director de fútbol base. Este pinatarense de 35 años de edad, electricista de profesión- y ´autónomo´- ha dado el impulso definitivo para la creación de esta escuela, única en su concepción. ´Moi´, como le llaman sus amigos, ha aprovechado los conocimientos y experiencia de años como jugador y de ´despacho´ para rodearse de profesionales de diferentes especialidades. Cuenta con la colaboración, casi desinteresada, de un psicólogo y un nutricionista. Gracias al convenio de integración con la Facultad de Ciencias del Deporte, también ha incorporado a tres universitarios al equipo técnico, encabezado por el joven entrenador Javier Rodriguez. Un exfutbolista formado en una universidad norteamericana donde compitió mientras cursaba la carrera. Rosique está entregado en cuerpo y alma a este proyecto deportivo. Ha costeado de su propio bolsillo, unas casetas portátiles que hacen las veces de vestuario y oficinas. Todo esto mientras se fragua la segunda fase del campo de fútbol de Santiago de la Ribera- que incluirá vestuarios y dos pabellones cubiertos- ubicado en terrenos de sede la universitaria.
De momento cuentan con un equipo en categoría juvenil de segunda autonómica (23 jugadores). Los más pequeños-chupetas, benjamines, etc.- podrán matricularse para la próxima temporada. Moisés presume de que en su escuela “se admite a todos los chavales sin tener en cuenta el nivel de juego”. Aquí vienen jugadores procedentes de otros lugares “donde se sentían marginados porque no disponían de minutos de juego”, dice. “Si vemos que el futbolista necesita apoyo psicológico o un plan alimenticio para perder peso, le realizamos un informe médico individualizado”, apunta. “Acogemos a chicos y chicas de nuestro municipio, pero sí proceden de otros pueblos y desean matricularse con nosotros serán bienvenidos”. Los alumnos pagan una cantidad como concepto de matricula que les incluye la ficha federativa e indumentaria deportiva completa.
Rosique tuvo que dejar la práctica del fútbol debido a una grave lesión originada en el transcurso de una pretemporada con el Pinatar de Tercera. Su vida está entregada al fútbol y este proyecto para él lo es todo. Dice no tener vicios ni vida nocturna y todas sus energías las consumen su trabajo y la consolidación de esta escuela tan singular. Es fans del Valencia CF donde militó Cañizares, su ídolo. También él jugó de portero a pesar de no tener una gran estatura. Sin embargo, lo que en realidad le apasiona es el trabajo en los despachos. Tiene como referente a ´Monchi´ el ínclito director deportivo del Sevilla CF. Todo proyecto precisa de financiación y Rosique busca insistentemente ayudas de empresas locales. Últimamente ha sellado un acuerdo con Decahtlon para realizar eventos conjuntos, a cambio la firma deportiva francesa les regala articulos deportivos. Insiste en que se conozca el slogan de la escuela “Educamos niños, formamos personas”. También nos pide que recordemos los valores con los que se identifica el club: educación, deportividad, respeto, compañerismo. Moisés quiere diferenciar los métodos y criterios formativos de su escuela con respecto a otras del entorno. Tiene claro que ningún niño se va a sentir desplazado y confía plenamente en el grupo humano que lidera el presi José Antonio Pérez.
La constancia hizo que Moisés Rosique jugase de portero en un equipo de tercera división a pesar de no contar con unas grandes cualidades físicas. Ese mismo empuje va a conseguir que la Escuela de Fútbol de Santiago de la Ribera FC congregue a niños y niñas del pueblo en esa alfombra verde recién estrenada. Cuando cerramos esta edición vemos el cartel donde anuncian que ya está abierto el plazo para inscribirse en las categorías desde ´biberón y chupetas´ (menos de 6 años) hasta juvenil´ (16, 17 y 18 años). El precio de la matrícula es de 250 euros, incluye seguro federativo e indumentaria deportiva completa. Los teléfonos de información son: 644290862 y 635946403.
Una temporada que se espera con ilusión, ya que la sombra del coronavirus se desvanece y vislumbramos un campo repleto de niños y niñas disfrutando y aprendiendo en este espectacular terreno de juego, con la sede universitaria como testigo.
Moisés en pose futbolista con el edificio de la Facultad de Ciencias del Deporte a sus espaldas
Entrenamiento del equipo juvenil de la Escuela que dirige el joven entrenador Javier Rodriguez