Yo nunca te abandonaré, Ribera

Una de las cosas más difíciles en la vida es tomar decisiones, aún cuando éstas son para mejorar. Hace unos meses tomé la decisión de cambiar de aires, irme a otra ciudad y empezar la carrera que siempre quise hacer y, en su momento, pesaban más las cosas buenas que iban a aparecer ante mí que las que dejaba atrás. Hoy, que ya está más cerca y sé con seguridad que la decisión que tomé se ha hecho realidad, salen a flote aquellas otras cosas que a partir de ahora disfrutaré girando hacia atrás la cabeza.

 

Te animé desde siempre, Ribera, incluso antes de que existieras. Porque me parecía una utopía que entraras en mi vida después de tantos desencantos con el fútbol y que me hicieras vivir otra vez la ilusión por ganar. Porque el Riber son unos colores, un sentimiento, una meta, una familia que creó un grupo de gente que se muere por el fútbol. Pusieron su tiempo, su fe, su cuerpo y su dinero por sacar adelante un proyecto que muchos creían imposible. Y, ¿qué pasa?, que yo también me muero por el fútbol y esa gente ahora es mi familia.

Los colores se sienten cuando se ve tu sudor correr por encima de la camiseta que defiendes. Esa camiseta es azul celeste y ha recorrido en forma de cánticos y apoyo toda la geografía murciana. Incluso aquellas tardes de sol de invierno y frío se escuchó el “Yo te animé…” de los Demonios Blanquiazules, con más energía inclusive cuando perdíamos. Una afición desinteresada y altruista cuya máxima alegría es ayudar al equipo de su pueblo. Es algo increíble sentir vuestro aliento desde el campo, ¡no os merecemos!

La máxima expresión de sacrificio es a cargo de los directivos, quienes han sudado por velar por los intereses del Riber día y noche compatibilizándolo con el resto de sus vidas. Hay gente que se preguntará por qué este grupo de gente gasta tanto tiempo en una causa que ni siquiera les toca por sangre, solo por afición, y yo eso sí lo entiendo. Sois un ejemplo de lo que debería de ser esta sociedad y sin vosotros ninguno de estos sentimientos hubiera tenido lugar nunca. Los que están, los que estuvieron y los que estarán, muchas gracias.

Las metas se consiguen con determinación y liderazgo, y sin un capitán los ejércitos se desmoronan. Gracias por hacernos mejor a todos con tu intensidad y tus ganas y por contar conmigo desde aquellos primeros días en que sólo éramos unos pocos enfermos del balón sin escudo. Significa mucho todo lo que te has preocupado por mí siempre y en especial en estos últimos días. Gracias capitán.

Son muchos recuerdos en tan solo un año, parece mentira. La mayoría son buenos aunque también se me vienen a la cabeza aquellas tardes de cabreo con el entrenador por un desacuerdo o algún pique con un compañero…pero es parte de esto y me ha ayudado a ser más fuerte.

Aunque, por encima de todo, sin duda recordaré las risas con los compañeros que se alargaban durante todo el día por el teléfono o con quedadas fuera del campo. No olvidaré el sitio que cada uno ocupaba en los bancos del vestuario, las manías y gestos que cada uno tiene mientras juega y cada uno de los goles, pases, encontronazos y situaciones en las que he intervenido en el terreno de juego. ¡Hasta ganamos un trofeo de fútbol playa!

Me quedo con un grupo de futbolistas magnífico en el que cada uno aporta algo diferente y que siente los colores del Santiago de la Ribera más que cualquier futbolista profesional. Pero por encima de todo está lo humano. Son grupo de gente joven, más Chechu y Kiko (lo tenía que decir), que les gusta el fútbol y que además son amigos. Se nota en el campo, en el vestuario, en los rondos de calentamiento y hasta en las fotos de Paola (gracias a ti también por estos recuerdos imborrables). Se nota que más que un equipo es una familia y precisamente por esto este proyecto ha salido adelante.

Seguid así, no me olvidéis. Dejo la banda izquierda del Pitín, el campo donde pegué mis primeros pelotazos y donde vi crecer de la nada al mejor equipo que conozco, por el del carné de socio. No volveré, seguiré estando. Os apoyaré virtualmente, siempre que la distancia no me permita estar con vosotros. Seguiré siendo uno más.

Echaré de menos el olor a césped, el intuir vuestras intenciones dentro del campo y sentir que os estáis partiendo la cara por mí, ser un número más. No dudo de que sudaréis la camiseta, porque hemos hecho algo grande y por eso…yo nunca te abandonaré, Ribera. ¡AUPA RIBER!

Pablo Melgar