El palacio del Barón de Benifayó, en San Pedro del Pinatar, ha recuperado parte de su historia. El mobiliario árabe que en los años ochenta fue vendido a un anticuario, cuando la última propietaria de la finca la cerró, ha regresado entre sus paredes. Ya se puede ver el salón árabe que trajo de Tánger el ruso Jorge de Seslavín hace un siglo.
«Faltan algunas piezas, pero esperamos recuperarlas en el futuro», afirma el director del Museo, Marcos Gracia. Las sillas, aunque desgastadas, conservan la tapicería con versos del Corán. Las rinconeras, con grandes cojines redondos y cuadrados, le dan ese ambiente mullido de relajación de las estancias árabes.
Una mesita con una arguila, un telar de terciopelo y un asiento redondo completan el salón que el Museo ha recuperado a través de la donación del empresario local Francisco Genaro, que financió la compra del conjunto.
La historia desvelada por uno de los descendientes desvela el origen del salón árabe. El palacio fue construido por el Barón de Benifayó en 1892 como residencia de verano.
Era una réplica del pabellón de España en la Exposición Universal de Sevilla en 1873, y casi gemelo del palacete de la Isla del Barón, en el Mar Menor. A la muerte del Barón, en 1904, lo compra Jorge de Seslavín, hijo del general ruso que combatió contra Napoleón y que, destinado tiempo después a Tánger, conoció a una francesa, hija de un maestro destinado a las colonias galas.
El centro del salón árabe, con las sillas originales, tapizadas con un tejido que reproduce versos del Corán.
Les habían recomendado el sur de España para recuperar su quebrada salud, así que compraron esta mansión rodeada de pinos y situada cerca del Mar Menor. La esposa de Seslavín quiso recrear en la villa pinatarense parte del encanto marroquí, así que se trajo un conjunto mobiliario para decorar una de las estancias del palacio.
Sin embargo no lo pudieron disfrutar por mucho tiempo, ya que la poco de instalarse ambos fallecieron.
Los dos hijos, Jorge y Esmeralda, quedaron a merced de un tutor, el conde de Locatelli, que dilapidó la fortuna familiar y se apropió de casi todo, según narra un familiar.
Locatelli medió para la venta del palacio antes de que se desencadenara la Guerra Civil. La última propietaria desmanteló el edificio en los años ochenta y el mobiliario marroquí fue arrumbado en un almacén de antigüedades.
Los visitantes pueden ver ya el salón árabe, restituido a su lugar original, bajo el arco mudéjar del palacio.
Un ángulo del salón, con el cuadro del Barón de Benifayó presidiendo la estancia.