Desde el cabritillo hasta San José, todo era vida, color y movimiento en el Belén de Dolores de Pacheco. Los vecinos se volcaron con la escenificación del montaje navideño, que cambió el ritmo del pueblo agrícola durante el día después de Navidad.
En un poblado imaginario, el ángel anunció a María que iba a ser madre y, a partir de ahí, los vecinos llenaron de colores, aromas y vida la historia sagrada. En torno al portal donde nació Jesús, un bebé regordete que se comió toda la papilla que le dio su abuela bajo el cobertizo donde rumiaba una vaca y descansaba un borrico, se desplegaron los mercaderes, hortelanos y lavanderas.
Las niñas se ocuparon de preparar las mesas de frutas y hortalizas, ordenar las verduras y llevar los limones a la tienda donde unas jóvenes freían paparajotes, el postre dulce típico murciano que retiene el sabor de las hojas del limonero. Corrales con corderillos y lechones, una granja con aves y el pavo de la suerte, animaban el poblado entre el trasiego de los romanos y los ganaderos.
Un molino, huertos labrados y un río componían el paisaje trazado por los vecinos para meterse por un día en la historia de Jesús y María.
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