Por PABLO MELGAR SALAS
Como hordas de hormigas, los modernos coparon el recinto de La Fica en Murcia las dos noches que duró el Festival Estrella Levante SOS 4.8. Demasiada barba de hipster, demasiadas gafas de pasta sin graduación y demasiadas camisas de cuadros repetidas. Pero en la variedad está el gusto y también se pudo ver gente de todos los géneros, edades y procedencias. Durante los días 2 y 3 de mayo Murcia albergó a 75.000 amantes de la fiesta. Porque eso del SOS 4.8 es una gran fiesta llena de escenarios, tiendas, chiringuitos de comida y, sobre todo, repleta de gente.
El ambiente se empieza a caldear desde la hora de la siesta, pues ya se tenía la premisa de que Murcia no iba a dormir este fin de semana. La gente esperaba sentada por todas partes salvo aquellos más valientes que ya empezaban a mover los pies en el SOS Club. Grupos como Izal, Varry Brava o Fuckin’ Bollocks consiguieron arrancar los primeros saltos en diferentes rincones del recinto. “Hay una cosa que tu sabes, que yo no puedo controlar…”, cantaba la gente antes de ir a ver a The Strypes, la revelación del Festival. Toda Murcia bailó enloquecida el único rock and roll del fin de semana.
Entonces, nada pasó hasta The Prodigy, con el permiso de The Kooks que fueron tan monótonos como una canción interminable. Así que el público estaba bastante adormilado cuando comenzaron a sonar las primeras bases de los británicos. Pero poco tardó la marabunta en saltar, empujarse y mover los brazos como si el mundo se fuera a acabar al día siguiente. Para muchos, Smack my bitch up, fue el momento del Festival. Otros muchos quedaron algo asustados con el cambio de tercio. Pero ni el mal sonido pudo elevar aquel grito de aires épicos a todos los oídos de la ciudad.
Todo se calmó y el suelo se llenó de sudor. La gente fue a refrescarse, a comer o a esperar para ver a <<rinôçérôse>>, que perdieron su oportunidad de un público entregado debido a su gran retraso. Pero ahí estaba The Bloody Beetroots para terminar de arrancar las gotas de sudor que todavía no habían salido. No dieron respiro, los descansos no existen para Sir Bob Cornelius Rifo que saltaba con su máscara de Venom luminosa y con su deje de rock and roll star como el que más. Tocaron temas de todo su repertorio sin dejarse atrás su single más brutal Warp 1.9, ni las nuevas Spank o Volevo un gatto nero. Pero el concierto fue como una sola canción en continuo ascenso y un remix de The Chemical Brothers sucedía a nuevos rugidos de baterías, gargantas y guitarras asesinas. No dejaron indiferentes a nadie y todos durmieron extasiados tras los pogos y la adrenalina que crearon en el público.
Fue el último momento de descontrol del Festival, porque el día del sábado estaba previsto en un tono más relajado. Los más románticos disfrutaron del concierto del exGorillax y exBlur, Damon Albarn, en una escala más íntima de la que estaban acostumbrados a verle. Su nuevo disco Everyday robots es un haz de sensaciones que terminaron de explotar con míticos temas como Kids with guns (Gorillaz) y una versión gospel del Tender de Blur que fue el momento más emocionante del fin de semana.
Y poco más sucedió, puesto que el cartel del sábado decepcionó por completo. Ríos de modernos abandonaban constantemente el Escenario Estrella de Levante para conseguir emociones en otros más pequeños como en el Jägermeister, donde Gold Panda y Branko fueron los más cañeros de la noche manteniendo a tono a los más raveros. Porque el concierto de Phoenix fue como un caramelo demasiado dulce y solo rozó la diversión con sus temas más pegadizos. Además, los míticos Pet Shop Boys sonaron todavía con menos volumen que sus empalagosos predecesores y solamente triunfó su parafernalia visual. Por último, Fangoria no consiguió superar la gracia de bailar a Camela en versión indie. No fueron dignos de cerrar un Festival de estas características que se merecía un cierre en condiciones que a Erol Alkan también le vino grande.
Un fin de semana lleno de colores y sonidos que no logró superar a anteriores entregas en repertorio y que erró en la organización de los horarios pero que siempre convierte a Murcia en la capital de la escena musical nacional durante dos días. La ciudad rebosaba de gente joven y el ambiente fue inmejorable un año más. Esperemos que el año que viene se pueda disfrutar una vez más de este Festival que a tanta gente le gusta y si es posible con sonidos aptos para todos los públicos.