No hay rituales ni conjuros, sino frutas y hortalizas más saludables. Enterrar cuernos de vaca con estiércol fresco coincidiendo con la luna llena podría parecer un sortilegio de hechicero, pero en realidad se basa en los métodos de la biodinámica, que la productora hortofrutícola murciana Camposeven aplica para revitalizar la tierra.
Con el certificado Demeter, aún más exigente que el de la agricultura ecológica, llevan ya cinco campañas de venta de frutas y hortalizas «con textura, sabor y aroma auténticos» al norte y el centro de Europa. «Sí son un poco más caros que los de la agricultura intensiva porque la producción es menor, y en España aún no tenemos esta conciencia», explica la técnico agrícola Jenifer Moreno, licenciada en Ciencias Ambientales.
El círculo perfecto de la luna llena de finales de noviembre daba el aviso para el enterramiento de cuernos de vaca procedentes de un matadero de Cáceres, rellenos con estiércol fresco de una granja ecológica de Albacete. Socios y trabajadores de la cooperativa se reúnen en una nave para rellenar a mano los 2.500 cuernos de vaca, considerado el rumiante perfecto por el inspirador de la práctica biodinámica, el científico austríaco Rudolf Steiner (1861-1925). «Se podría hacer de manera mecánica, pero eliminaría el componente de encuentro social activo», explica la técnico, ya que la filosofía biodinámica apuesta por el equilibrio en la relación entre las plantas, el suelo, los animales y las personas.
El relleno de los cuernos se hace a mano y con paciencia, de la que saben mucho los agricultores.
La cooperativa con sede en Sucina aplica este método ultranatural en toda su producción desde 2014, y asegura que con este sistema ha logrado «revitalizar terrenos agotados por los años que llevaban de desinfecciones químicas». Si en la Región la biodinámica es aún testimonial, tan solo con producciones como las de Camposeven y el aceite jumillado de Casa Pareja, en España ha aumentado en los últimos años hasta los 174 operadores de vinos, zumos, miel, frutos secos, quesos, frutas y hortalizas.
El proceso no contempla brujerías. «Los cuernos con estiércol se quedan enterrados desde el otoño hasta el final de la primavera, cuando ya se ha transformado en un humus enriquecido con la microbiología del suelo», explica la técnico. Entonces vacían los cuernos, que se reutilizan al año siguiente, y diluyen el mantillo en una proporción de 300 gramos por 50 litros de agua, con la que pulverizan los cultivos en una especie de lluvia medicinal y fertilizadora. «Es para las plantas como para nosotros los pre y probióticos que mejoran la flora intestinal. Nosotros lo llamamos el preparado 500″, explica Moreno.
Idéntica fórmula es práctica habitual en regiones vinícolas como Borgoña, donde la tierra ha sufrido similar agotamiento que la del campo de Cartagena debido a los productos químicos y las cosechas intensivas. Camposeven cuenta con una tienda ‘online’ de fruta y verduras ecológicas, freshvana.com, y una línea de innovación en colaboración con las universidades de la Región para investigar sobre cosechas, nutrición y la desnitrificación de la salmuera y sus efectos sobre el Mar Menor.
Tras el relleno de los cuernos, se trasladan hasta el terreno donde van a dormir hasta la primavera.
El tractor es la única maquinaria que interviene en el proceso. El resto se hace exclusivamente a mano.
La técnico agrícola dirige la disposición de los cuernos para su enterramiento, que no debe ser muy profundo, pero sí a salvo de la lluvia y los encharcamientos.