Una ayuda solidaria de ida y vuelta se ha puesto en marcha en la tienda de ropa que acaba de abrir Cáritas Parroquial en Santiago de la Ribera . Este comercio benéfico rompe con la idea tradicional del ropero de caridad para ofrecer a los clientes prendas usadas, que han sido lavadas y arregladas, a precios simbólicos, con el fin de continuar la espiral de la ayuda social.
«Le da otro enfoque a la aportación de la ropa que necesitan familias con bajos recursos, más digno, porque eligen los que les gusta y lo que necesitan, en lugar de esperar en el mostrador a ver qué les dan», explica el presidente de Cáritas de La Ribera, José María Cervantes.
Una empleada de Cáritas, con el apoyo de varios voluntarios, atiende esta tienda especial en la avenida Virgen de Loreto, número 12, que abre todas las tardes entre las 16,30 y las 19,30 horas. El local se nutre de las donaciones que hacen los particulares de ropa en buen estado. «Lo que no sirve para ponerse a la venta se le entrega a un grupo de mujeres de Alcantarilla que se dedican a reparar y coser ropa», afirma Cervantes. El principal mérito corresponde a la cuadrilla de voluntarias de Cáritas, que cuenta actualmente con 31 colaboradores, que revisan, inspeccionan y, si es necesario, lavan y hacen pequeños arreglos a prendas que pueden tener otra vida y servir a familias con más necesidades que recursos.
Es solo uno de los servicios que la organización católica realiza en la localidad costera ya que, como asegura el presidente, «Cáritas es mucho más que el sitio donde llevar la ropa cuando arreglamos el armario». Sobre todo en los últimos años, ya que con el aumento del desempleo, el local de la ong en el Espacio Solidario se ha convertido en el termómetro de la crisis. Según Cervantes, «en los dos últimos años se han visto situaciones más desesperadas, sobre todo de españoles que habían agotado todos sus recursos, toda la ayuda posible de familiares y amigos, y se ven con recibos de agua y luz acumulados». Las campañas agrícolas sirven de tabla de salvamento, sobre todo para las familias extranjeras: «Vienen menos por aquí cuando hay trabajo en el campo», confirman en Cáritas. Más de 200 familias, la mayoría con tres y cuatro miembros, dependen de su ayuda.
La organización parroquial mantiene, infalible, el reparto de alimentos como el último recurso de tantas familias, aunque tan elemental que los actuales responsables tratan de diversificar la despensa para proporcionar soluciones más saludables, sobre todo a los hogares necesitados con menores. «No se pueden alimentar solo de arroz y lentejas, por eso compramos zumos, leche, cacao, huevos, conservas y congelados», indica Cervantes. A la ayuda de 26.000 euros que han recibido este año del Ayuntamiento -se incluye la nómina del trabajador social-, se añaden las aportaciones de almacenes agrícolas cercanos. El trabajador social estudia casa caso y orienta a los usuarios a posibles yacimientos de empleo o vías de solución a conflictos puntuales.
Las clases de apoyo escolar ‘cosen’ grietas sociales
De todos los tipos de hambre que la crisis ha agudizado, Cáritas procura aliviar algunos. Las clases de español, impartidas por maestros coluntarios, tratan de facilitar la integración de los inmigrantes extranjeros, pero son las clases de apoyo escolar las que, con diferencia, han demostrado resultados más alentadores. «Profesores de colegios, voluntarios del Banco del Tiempo y los jóvenes de la Parroquia trabajan en este refuerzo escolar para 50 niños de diferentes edades», explica el presidente de Cáritas. Este ‘segundo colegio’ sirve además para «trabajar con algunas familias por medio del psicólogo«, indica Cervantes. La convivencia ha formado, en el edificio del antiguo ambulatorio, un grupo escolar que ha ido añadiendo experiencias a su historia: «Ya hemos hecho alguna excursión, porque son niños que no salían a ningún sitio, y el 13 de diciembre los llevamos a Caravaca», cuenta el presidente. En Navidad, no les faltará la fiesta que les organizan los jóvenes de la parroquia con juguetes que ellos mismoa envuelven y adornan.
En la imagen, una de las voluntarias de Cáritas prepara y clasifica las prensas donadas en el almacén de la tienda solidaria