Dedicado a un santo que, según la leyenda, se salvó de un naufragio al arribar en las playas de Cabo de Palos. Tal vez fue uno de los muchos milagros que se le atribuyen al santo de origen francés que da nombre al monasterio agustino del siglo XIII que ha vivido mil vicisitudes a lo largo de la historia. Una conferencia, el viernes 5 de abril, en Los Alcázares, tratará de desvelar sus secretos.
Será la primera del ciclo de conferencias que han organiza la Asociación LA ecocultural de Los Alcázares con la Universidad de Murcia y el Ayuntamiento de Los Alcázares. Sobre ‘El entorno histórico arqueológico de San Ginés de la Jara hablará el arqueólogo Pedro Huertas, el viernes, 5 de abril, en la sala de Plenos del Consistorio. Al día siguiente, 6 de abril, está prevista una visita al monasterio y al Monte Miral.
Su pasado está repleto de datos curiosos y cambios continuos. Su futuro dependerá de la sensibilidad social para restaurarlo y evitar su caída. Hay que tener en cuenta que se trata de un conjunto arquitectónico del siglo XIII, que en principio constaba tan solo de una pequeña ermita adosada a una torre fuerte que daba refugio a los religiosos y los que se encontraran allí cuando se daba aviso de la incursión de los barcos berberiscos, que ya empezaban a castigar las costas murcianas para llevarse botines de todo tipo y cautivos para vender en los mercados esclavistas de Argel.
Algo más tarde, en el siglo XV, se instala en este enclave el patronato del Marquesado de los Vélez, conseguido por Juan Chacón, el noble español que fue adelantado mayor del Reino de Murcia y mayordomo mayor de Isabel I de Castilla (su padre, Gonzalo Chacón intervino en las negociaciones para el matrimonio de los Reyes Católicos, episodio de la historia de España que recoge la serie televisiva ‘Isabel’. El papel de Gonzalo Chacón está interpretado por el actor Ramón Madaula). La llegada de los franciscanos ayudó al florecimiento del enclave, que fue reparado y adpatado para la acogida de peregrinos que acudían a venerar al santo.
Bajo la influencia de Juan Chacón, el monasterio alcanzó fama y, hasta este paraje del Mar Menor se trasladaban numerosos peregrinos y se organizaban romerías. Muchos eran los que acudían a pedir los favores del santo, que según la leyenda se instaló como ermitaño junto al Mar Menor. La fama milagrera de San Ginés, patrón de Cartagena, se traducía en limosnas y, con ellas, en el buen funcionamiento del monasterio, que logró crear un bonito palmeral, huertos de frutales y una alberca.
Su fisionomía y distribución actual la adquirió ya en el siglo XVIII, con la construcción de un templo, pequeños oratorios dedicados a los misterios del Rosario y nueve ermitas que hacían referencia a santos y penitentes. Las obras del claustro ocuparon el patio del convento y, posteriormente se crearon las falsas bóvedas de yesería y su ornamentación. En uno de los alteres se ubicó la imagen de la Virgen del Milagro.
La vieja torre siguió siendo refugio en momentos de peligro cuando se crearon las celdas para los monjes. Completaron el conjunto arquitectónico un baptisterio y la capilla de San Antonio.
Con la desamortización de Mendizábal, el monasterio pasó a manos privadas, que llevaron a cabo algunas reformas no demasiado respetuosas con el valor artístico de las edificaciones. La primera familia propietaria del monasterio, Starico y Ruiz, tiene su lápida en el recinto.
La visita incluye el ascenso al Monte Miral o Cabezo de San Ginés, situado frente al monasterio. Su nombre procede de ‘mineral’ ya que allí se encuentran las minas cavadas y las herrerías donde los fenicios, cartagineses y romanos produjeron tanta riqueza. Algunas fuentes hablan de la existencia en el cerro de nueve ermitas en tiempos pasados.