Un Belén con brisa marina y bañado por las olas cortas de un Mar Menor a escala, situado a pocos metros de la auténtica laguna. Los visitantes pueden ver en el montaje navideño, que ha elaborado la Asociación de Amigos del Belén de San Javier , un paisaje reconocible y familiar, lleno de guiños a la localidad costera. La antigua ermita, recuperada de la memoria, los balnearios de madera que se adentran en el mar, la escena del caldero y los salazones, los símbolos del Ejército del Aire. Un Belén enteramente ribereño.
Cielo, mar y tierra han recogido los artesanos de la Asociación de Amigos del Belén, bajo la dirección artística del historiador David Martínez Gómez. Los visitantes pueden recrearse en las escenas rurales, como la del molino harinero o el huerto de pimientos, en el mercado artesano de alfombras y tinajas, pero es el frente marítimo que mira hacia la laguna lo que atrapa al instante.
Los balnearios de madera se adentran en un Mar Menor de olas cortas, ante la mirada de los marineros que se afanan en la playa en la elaboración del caldero y la reparación de las redes. Una rambla simula las típicas escorrentías que desembocan en el mar, cerca del lugareño que elabora el alioli con un mortero, mientras los salazones se secan al sol. La matanza del cordero, la cocción del pan en un horno moruno y hasta esas antiguas balsas que aún emergen en el campo de Cartagena aquí y allá. Todas esas marcas exclusivas de La Ribera y su entorno han sabido ver y trasladar los belenistas. Incluso el emblema del Ejército del Aire en un guiño claro a su larga presencia en la localidad, preside la entrada de la casa grande. En otra puerta cercana, la Virgen de Loreto.