Él sabía lo que era subirse a un escenario ante miles de personas y subir la palanca de las emociones hasta el delirio colectivo. Era ‘Dirty Charly’ o Karlos ‘El Sucio’, bajista de Extremoduro en los noventa. Tocó y firmó los arreglos de ‘Deltoya’ y ‘Somos unos animales’, dos de los álbumes más recordados del grupo. En Santiago de la Ribera montó parte del tercer LP de la banda de rock. En la localidad costera falleció Carlos Jiménez González el pasado domingo, 23 de agosto.
Su agenda contenía la mayor parte de la historia del rock español. Y su simpatía lo hizo un tipo entrañable. Ponía pasión incluso al contar el tema que estaba componiendo, mientras te lo tarareaba por la calle, anunciando un bombazo discográfico seguro. ‘Karlos’ comenzó hace unos años a padecer problemas de riñón, que arrastró hasta el final. Hace apenas unos días, cuando se enteró de la muerte de Salo, el bajista de Extremoduro al que él sustituyó, dijo de forma premonitoria: «Pues después voy yo». Se ha ido en la misma semana que el batería de los Rolling Stones, Charlie Watts, aunque este a los 80 años, mientras que Carlos solo tenía 57 años. Por ahí arriba andará ya intentando convencer al ‘Stone’ para montar un grupo, porque es lo que hizo tantas veces a lo largo de su vida. Y seguro que convencerá al batería inglés con su acento cheli y su voz raspada.
Carlos Jiménez, a la derecha, con su grupo Galería de Arte en su etapa ‘new wave’ durante una aparición en TVE en los ochenta.
Comenzó en Barcelona con apenas 13 años en el entorno de los inicios de la Fura del Baus. Después montó un grupo por la zona del Mar Menor, lo que dio paso a su primer sello discográfico, ‘Melodías de ayer y de hoy‘. De ahí le vino el apodo de ‘Carlitos Melodías’ o ‘Charly Melody‘, como le conocían en los ambientes madrileños de la Movida, sobre todo en el Rock Ola, templo musical de los ochenta. Creó el grupo ‘Galería de arte’, una formación estilo ‘New Wave’, con el que tocó en el programa de TVE ‘La bola de cristal’ en 1987. Tocó con varios grupos y se relacionó en Madrid con Rosendo Mercader, Pancho Varona y otros grandes de la música.
Su nombre sonó después para sustituir a Salo, el bajista de Extremoduro que quería coger la guitarra solista para el grupo. «El manager de Obús y de Extremoduro les dijo ‘coged a ‘Carlistos Melodías’, que es un fiera’, y nos caímos superbien», ha contado el músico en varias ocasiones. Recuerda su primer concierto a la izquierda de Robe, el cantante y líder de la banda extremeña, en Hernani en junio de 1990 ante cientos de personas. Después llegaron las giras por toda España, escenarios compartidos con otros grupos españoles y la creación de los dos álbumes en los que Carlos puso su bajo y sus arreglos.
Karlos El Sucio, a la derecha, con los componentes de Extremoduro (Robe, segundo por la izquierda)
Su amistad con Roberto Iniesta se estrechó hasta el punto que Carlos se fue a vivir con el cantante y su familia en Plasencia. «Nos llevábamos muy bien y le encantaba cómo tocaba», contaba el bajista. El sobrenombre de ‘El Sucio’ se lo puso Robe, que lo presentaba en directo: «Y aquí, Karlos ‘El Sucio’, guarreando», contaba el músico. «Es que yo me ponía de rodillas con el bajo y me emocionaba tocando los temas», recordaba Carlos. Se convirtió en una pieza imprescindible para el ascenso de la banda, tanto musicalmente como tirando de sus contactos.
Cuando la banda se deshizo, en 1993, Carlos se terminó de instalar en Santiago de la Ribera y creó su sello Deguello Records, con el que grabó los primeros discos de Karlos el Sucio y Los Esperando Juicio. En el nuevo proyecto prevalecía la reivindicación del bajista sobre parte de los derechos de autor de los temas en los que participó con Robe. Nunca dejó de crear y de ilusionarse con nuevos proyectos. En los últimos años compuso varios temas en inglés que grabó con un cantante británico. En el Mar Menor descubrió cómo «se puede ser feliz con menos, pero siempre tocando».