Crónica del Festival SOS 4.8, por Pablo Melgar Salas. Foto: David Andreu.
Cuando tiene lugar un Festival de estas características se enfoca bajo la idea de vivir el momento, por encima de la obsesión por ver a algunas de las bandas que vayan a tocar. Y ésta es, sin duda, el alma del Festival SOS 4.8 que se celebra cada mayo en la capital murciana, una experiencia de sensaciones bajo la multitud.
El recinto ferial La Fica se tiñe de Carnaval y se convierte, de forma irreconocible, en una pequeña ciudad llena de luces, tiendas, bares, escenarios con música, salas de exposiciones alternativas y auditorios albergando exposiciones, conciertos y espectáculos de humor. Mientras, los festivaleros procedentes de todos los destinos inimaginables eligen como en los mejores bufets los platos más sabrosos para el fin de semana.
Los hay que van directos al SOS Club a dejarse llevar por el sonido de la música electrónica más familiar, la de los DJ’s a un metro de distancia de los asistentes. Todos los registros tienen lugar en el pequeño y primer escenario del recinto del Festival, desde los revival roqueros y poperos que hacen estallar a las gargantas desgastadas de otra época hasta los sonidos más minimalistas y modernos del techno más duro y otras fusiones con dejes de drum n’bass, música house o el minimal más berlinés posible. Este pequeño escenario es, sin duda, el lugar con más ambiente del Festival y donde concurre el público más incombustible. Allí pudieron desbarrar con algunos viejos conocidos del Festival como son Andrés Arias o Carlos Cmix, el mediático exfutbolista del Valencia Gaizka Mendieta o los potentes The Warriors que finiquitaron la velada del sábado de la forma más brutal que se ha visto en todo el fin de semana.
Y si hablamos de intimidad y cercanía entre el público y el artista tenemos que trasladarnos al Escenario Jägermeister para adentrarnos en el ecosistema “indie” con el que se caracteriza el Festival. Algunos grupos mediáticos como The Zombie Kids, Arizona Baby o Trentemoller han triunfado allí otros años. Pero éste año fue privado del protagonismo que adquirió en años pasados debido a la disposición del horario, que sepultó a algunas bandas que no tuvieron oportunidad de brillar al lado del enorme sonido del escenario Estrella de Levante. Solo la revelación del Festival “Clock Opera” fue la luz más brillante de la noche en aquel rincón del SOS arrancando las críticas más positivas del primer asalto del viernes.
Y tras un tour por los dos escenarios previos a la gran fiesta llegamos hasta la inmediaciones del escenario Estrella Levante que, un año más, acoge a los cabezas de cartel. Aquel suelo asfaltado que en el pasado fue pisoteado por el público de The Chemical Brothers, Prodigy, Franz Ferdinand y Steve Aoki, entre otros, disfrutó otro año más con grandes bandas: algunas un tanto decepcionantes y otras que superaron con creces las expectativas formadas en los días previos en las listas de Spotify que los más curiosos amantes de la música actual rayaron hasta la saciedad antes de venir a gritar a Murcia.
Nuestra memoria resacosa de grupos y melodías recuerda por encima de muchas otras cosas el folk electrónico de Crystal Fighters. Todo un haz de sensaciones de todos los colores y etnias que transportó a los asistentes a todos los niveles del éxtasis. Canciones rítmicas con estribillos altamente pegadizos y otras anárquicas sin barreras y con ganas de saltar. Y el testigo lo cogió M83 24 horas después mediante un tratamiento de las emociones como solamente el “indie” sabe hacer. Su single más conocido ‘Midnight city’ es para muchos la canción del festival con la que pudieron volar entre las manos alzadas de la gente y las luces color de rosa escapándose entre los dedos. Y tras una larga espera llegaron los franceses ‘Justice’ que tantos hits han colocado en las playlist de los más electrónicos en los últimos años pero que no supieron explotar de ninguna de las maneras. Sólo durante unos pocos segundos pudimos disfrutar de las aclamadas ‘Civilitation’, ‘Dance’, ‘On’n’on’ que no fueron más que teloneras de un electro light que hizo levantar a la gente pero por debajo de lo esperado. Pongan el CD la próxima vez que vengan a Murcia.
Y todo lo anterior sucedió hasta que llegó su hora, la de Pascal Arbez, más conocido como Vitalic. El techno más duro acompañado de una psicodélica puesta en escena repleta de luces y efectos que divagaban al son de la música. “Nunca decepciona” era la declaración de todos los que lo habían visto ya, y no se equivocaban. Sus ‘Stamina’, ‘My friend Dario’ y ‘Poison Lips’ se sumaron a su lista interminable de éxitos que fueron deformados como plastilina acrecentando su estela y no disminuyéndola como pasaría minutos antes con sus compatriotas Justice.
Un fin de semana de efectos, emociones, modas e ideas alternativas acompañadas de alcohol, locura y buena música empañada a veces por la monotonía de la moda “indie” y la falta de algunos grupos más mediáticos del pasado pero apta para todos los gustos. Esperaremos con ansia otro año más para ver Murcia bajo unas gafas de Sol.
Pablo Melgar