Juan Bastida, el micrófono divino

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Actor por encima de hombre mortal, locutor inclasificable, ex transformista y ex monaguillo, todos en uno son Juan Bastida, alma de La Gramola en Metrópolis FM. Por ALEXIA SALAS

Juan Bastida es de esos ejemplares que no tienen repuesto. Ya desde que saliera a revolucionar de niño los charcos y los caminos de azahar huertano en Beniaján, se debieron dar cuenta del garbo que llevaba de fábrica. Si lo hubieran abandonado durante años en una isla desierta, le habría salido igual ese poro estallante y artista, y cuando lo hubiera avistado un buque lejano habrían encontrado a este actor, ex transformista y ex monaguillo, digiriendo una 'performance' en la jungla.

Tenía que dar con sus huesos entusiastas en la Escuela de Arte Dramático, la estación de salida de una carrera que le ha ocupado toda la vida siendo otros, pero sobre todo ciñéndose la gola de don Gonzalo de Ulloa, el comendador de Calatrava, dando la réplica a don Juan Tenorio durante 25 años sobre las tablas del Teatro Romea de Murcia con la compañía de Cecilio Pineda. Quien repite durante un cuarto de siglo, sin nunca fallar, como el repicar del campanario, como las golondrinas de Becquer, cada medianoche de Todos los Santos, cosas como 'Vive Dios que a no temblarme las manos, a palos, como a villanos, os diera muerte a los dos', es que está forjando una personalidad sin reemplazo.

Ni un temblor sufrió para defender los papeles que le pusieron por delante las principales compañías de teatro de Murcia, a las órdenes de César Oliva, Antonio Saura o de Lorenzo Píriz Carbonell, en escenarios nacionales y más allá, por Estados Unidos y México. Desde los inicios de la compañía teatral Tespis, después en Doble K, en el Teatro de Papel de Cartagena, desbordante y devorador de escenarios, alternaba las funciones con el Bastida presentador y cantante de revista.

Ha sido muchos Juan Bastida. Showman de variedades, sentido monaguillo, tierno protagonista infantil, transformista con morbo, por supuesto el comendador -puntual, gallardo-, fiera televisiva, viudo anímico de María Callas y locutor de radio por casualidad. "Entré a sustituir a otro", dice este encantador de oyentes.  

Los elogios que le dedica su audiencia sintetizan la esencia de su popular programa La Gramola, que brotó hace 7 años en Onda Regional de Murcia y actualmente burbujea en Metrópolis FM Región de Murcia: "Me dicen 'es que me gusta escucharte a tí". Su público le sigue. Qué más decir. "Amo a la gente. Querer quiero beber, bañarme, disfrutar, pero a la gente la amo", dice con ese aire tierno y chispeante. Debe ser eso que llaman carisma. Juan Bastida guarda, seguramente involuntario, sin percatarse él de que se le asoma el niño de Beniaján por todas las cavidades visibles, y tal vez por eso parece a la vez frágil y resistente como una copa de buen cristal. Decía Baudelaire que "el genio no es otra cosa que la infancia formulada con nitidez" y Bastida se ha ocupado de remarcar con tinta indeleble las fronteras de su inocencia más juguetona. Por eso sus directos en la radio son una fiesta impredecible, como el efecto del champán, por eso teme al quirófano -no hay escondite cuando se hace anunciar- como al diablo, por eso podría ser aquel personaje de 'Cien años de soledad' que lleva sobre la cabeza una nube de mariposas. "He vivido Españas muy difíciles", dice Juan Bastida. Uno se enchufa a su Gramola cada tarde de tres a cuatro y, cuando el mago hace malabares, lo mismo entre cuplés y arias que con pop ochentero, le parece que cualquiera de aquellas sombras fue un espejismo.

 

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