Vigilancia constante, seguimiento 24 horas por la Guardia Civil, dispocitivo móvil de GPS con alarma de protección y pulseras de alerta por proximidad del agresor. Así es la vida cotidiana de cinco mujeres que viven en la comarca del Mar Menor, consideradas en situación de riesgo extremo. La violencia de género asfixia la vida de estas mujeres de la forma más dolorosa. Este año, 150 mujeres han acudido por primera vez al CAVI del Mar Menor a pedir ayuda. Se suman a una lista de víctimas que suma 2.062 expedientes en los últimos 15 años.
"Son muchas", resume de forma contenida Silvia Velasco, la trabajadora social del CAVI del Mar Menor, situado en Santiago de la Ribera. Desde 2008, cuando comenzó a funcionar este servicio de atención a víctimas de violencia de género, el equipo ha abierto 2.062 expedientes de maltrato en diferentes grados. Este año se han sumado 150 mujeres más. En solo un año.
Una psicóloga, una trabajadora social y una abogada atienden y ayudan a las mujeres que acuden al CAVI en busca de ayuda (968 573 271) para salir de su situación de violencia física y/o psicológica. "No recuerdo haber hecho tantos trámites de ayuda para alimentos e información, además de mucha escucha activa, que diurante la pandemia", explica la trabajadora social. La situación de encierro y el empeoramiento de la situación económica de las familias a causa de la epidemia agravó los conflictos familiares y crispó las relaciones de las víctimas con sus agresores convivientes.
Ahora preocupa especialmente en el CAVI la experiencia de las adolescentes con la violencia machista. "Se ha normalizado, de modo que ellas no terminan de distinguir una relación tóxica", afirma la trabajadora del CAVI. Con rebaja de los contagios, se proponen reanudar el próximo año los grupos de trabajo con las adolescentes y las terapias grupales con mujeres.
Las profesionales del CAVI trabajan también con los alumnos de los institutos. "Intentamos fomentar las relaciones sanas con el Diario del Buen Querer, que está disponible en la página web.
