Cuando me invitaron a escribir estas líneas me lo tomé como un momento de reflexión, y más ahora que por temas de trabajo intento entender cómo funciona la administración pública, su ecosistema, sus personas, sus procesos y sus sistemas.
Para un tecnólogo escéptico como como yo, que me encanta la tecnología pero no me creo todo lo que se publica, es un momento intenso muy intenso, cuando encontramos titulares polarizados y polarizantes: para unos la tecnología nos va a dejar sin trabajo y será el apocalipsis del comercio, de lo cercano y de las relaciones, y sin embargo para otros estamos ante un momento de éxtasis donde no vamos a poder hacer nada sin antes consultar a un algoritmo. Sí, ya no somos producto de nuestra época, somos producto de nuestro algoritmo, que nos genera unas percepciones que son las que nos gusta escuchar y ver.
Estamos en un punto en que tenemos menos paciencia y más pereza, y por lo tanto queremos que nos lo den todo mascado.
Y usted se preguntará, ¿a qué viene todo esto? Pues por las percepciones.
Como ya le he dicho, estoy escribiendo esto en un momento de reflexión, llevo varios años con cierto renombre (modosito) en la gestión de espacio físicos mediante tecnología, primero en centros comerciales y ahora en ejes locales comerciales, donde cada vez que me preguntan si hay algo que hacer para que el comercio local no se muera, mi respuesta es 'deje de hacer lo mismo'.
He dicho ya que soy tecnólogo convencido pero le voy a indicar una cosa, la tecnología no soluciona nada. Hablar de transformación digital es hablar de cambio mental.
En los proyectos de comercio local en los que he podido participar, nos encontramos con las mismas frases y chascarrillos en la primera reunión con los distintos agente locales:
“Llevo x años aquí y sé que no va a funcionar”, o “mis asociados no me hacen caso”, y también comentarios como “es que este pueblo es muy especial” y así una serie de mensajes poco optimistas e inmovilistas.
Una vez oí decir a un experto que “una ciudad sin comercio no puede existir”, y me dejó ojiplático y pelopúntico.
¿Se imagina un pueblo de los nuestros sin comercio? ¿Impensable?
Yo vengo de floristeros de pueblo!! Me niego a creer que esto pueda pasar. El punto cercanía es un valor mayor.
¿Por qué estamos así? ¿Qué es lo que está haciendo que tengamos esta sensaciones? Dejar que nuestro algoritmo nos reafirme las ideas. Y, además, es que no nos paramos a reflexionar.
Hace años que vemos que las ciudades necesitan un cambio de gestión transversal y profesionalizada. Estamos en modelos donde las distintas secciones no se hablan, una ciudad es turismo, es cultura, es hostelería, es un todo, sólo así y entrelazando actividades y datos puede dar lugar a un modelo, como dicen los modernos, 'holístico'.
Nueva tecnología + Misma Organización = Misma Organización Más Cara.
¿Así que esto va de gestión y no de tecnología? Mayormente sí. Y ¡ojo!, de gestión por cada uno de los agentes que participan en el desarrollo de la economía local,
Esto pasa por querer saber qué está ocurriendo, medir, tomar decisiones y seguir midiendo, y aquí es donde sí va la tecnología, en la capacidad de poder hacer muchas cosas de forma más rápida y rentable.
Y lo sé, hay muchos limitantes, y burocracias. Me vendrán con que cada caso es un mundo, lo sé, pero si no hacemos nada luego no se me venga quejando y sigan viviendo en su algoritmo.
RAÚL GARCÍA SERAPIO es tecnólogo especialista en soluciones para retail, centros comerciales y turismo