Confesiones a dos metros de distancia en la parroquia de San Pedro contra el coronavirus

San Pedro del Pinatar
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Un gorrión que se ha colado en el templo de San Pedro del Pinatar lleva de cabeza al párroco, Pavel Knysz. El joven sacerdote lleva ya 12 años en territorio español, desde el seminario y distintas parroquias, aunque su ideal es un destino para las misiones. De momento, tiene que lidiar con el coronavirus y atender a los feligreses que precisan más atención por la creciente angustia que genera esta epidemia. Nuna hubo tanto silencio en la iglesia de San Pedro. Solo el gorrión lo rompe. Y para colmo ha aparecido una pareja, así que el párroco sospecha que han podido anidar en el templo. Son los únicos que gozan de libertad en estos días. 

 

Nunca se había dado la inusual tranquilidad durante la primavera en el templo pinatarense. Sin bodas ni comuniones ni ceremonias religiosas. Ni siquiera misas. Knysz celebra las eucaristías en solitario y a puerta cerrada. "Cada día desinfectamos todo para abrir todas las mañanas la iglesia", explica el párroco. Su servicio a los vecinos es más esencial que nunca, pero con las medidas de seguridad adecuadas. "Las confesiones las hago en la sacristía a una distancia mínima de dos metros y con mascarilla. Guardo la seguridad necesaria y más", asegura el sacerdote. 

Aunque la asistencia al templo ha disminuido por el temor a los contagios, sí ha aumentado el número de personas que contactan con él por teléfono. "Lo primero, les escucho, porque desean hablar y compartir su sufrimiento. El aislamiento en muy duro para el interior y para los problemas que tenemos que afrontar cada día, así que procuro mirar a Dios que nos ayuda en situaciones duras", explica el párroco. Afirma que "hay personas que ahora se plantean lo que nunca pensaron con respecto a Dios". Lo que espera el sacerdote polaco de esta experiencia es "que aprendamos lo importantes que son los mayores, a cuidarlos y a valorarlos". 

El párroco Pavel Knysz coloca el altar mayor del templo de San Pedro del Pinatar. 

BODAS Y COMUNIONES A OTOÑO

"Las bodas es lo más fácil", explica el sacerdote. Los novios que tenían fecha para casarse en primavera ya han cambiado los planes a septiembre y octubre, aunque otros los han pospuesto al año próximo por la dificultad de los familiares que viven en otras regiones o países para trasladarse hasta la zona. 

Está tranquilo con el cumplimiento del aforo limitado porque "tenemos mucho espacio en la iglesia de la Trinidad, donde caben más de 700 personas, así que podemos mantener las distancias, aunque la mayoría quieren casarse o hacer la comunión en la iglesia de San Pedro por tradición familiar". Más complicado será organizar las comuniones suspendidas.

Unos 150 niños y niñas esperan que las condiciones de la crisis sanitaria mejoren para celebrar sus fiestas de primera comunión. El párroco está concertando fechas con las familias para septiembre y octubre, aunque siempre con el condicionante de cómo transcurra la epidemia. 

 

28,10,0,50,1
600,600,60,0,3000,5000,25,800
90,150,1,50,12,30,50,1,70,12,1,50,1,0,1,2000
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