Si el Mar Menor fuera dulce, sus apreciados langostinos se comerían de postre. Es lo que ha pensado la repostera Patricia Pérez, de la panadería José Antonio, de San Pedro del Pinatar. En el obrador de Lo Pagán, uno de los de mayor tradición de la comarca costera, ha creado el langostino de chocolate blanco con un ligero mordisco crujiente en su interior.
Con este sorprendente bombón con forma de marisco, Patricia ha querido reindir homenaje al producto más simbólico de la laguna y convertirlo en un icono de la comarca costera.
Está compuesto de chocolate blanco y relleno de praliné de nueces de Macadamia, crujiente de barquillo y crema de avellana blanca, lo que le proporciona un contacto aterciopelado y un tentador mordisco crujiente. En el obrador de esta panadería con larga tradición en Lo Pagán, perfeccionan los langostinos dulces, cuya pátina rosada le dan un sorprendente toque realista.
"En un restaurante de la zona los utilizan para coronar las tartas que los clientes piden de postre, y siempre causa sorpresa", explica Patricia, quien ha querido con la iniciativa promocionar un producto relacionado desde siempre con la laguna y su comarca costera.
En la panadería José Antonio los venden en estuches de regalo para impresionar a los amigos, aunque el truco de incorporarlos a los postres más dulces como un elemento discordante no falla para asombrar a los comensales.
PASO A PASO. Los langostinos dulces se elaboran a imagen y semejanza de los auténticos, de hecho, el molde se realizó con unos crustáceos recién cogidos del Mar Menor.
PARA HINCARLES EL DIENTE. Una ración de langostinos de chocolate blanco con corazón crujiente.
POSTRE CON SORPRESA. El langostino de chocolate no falla como sorpresa en un postre, aunque también se regalan como bombones.
