En las paredes de Los Alcázares ya lucen un 'Gómez', un 'Sabotaje' y un 'Sfhir', entre otras obras de arte. Son el nuevo fondo del Museo de Arte Urbano, que el festival que se ha celebrado este fin de semana acaba de ampliar sus fondos. La iniciativa de la Compañía de Mario y el Ayuntamiento de Los Alcázares ha congregado a 41 artistas urbanos que han dejado sus creaciones en lo alto de los muros que rodean el Mar Menor.
Rodillos como los del italiano Gómez, esprays como los de Ze Carrión o aerógrafos como el de Sfhir, han dado forma a las emociones, recuerdos y reivindicaciones de los artistas de norte a sur del municipio costero. El madrileño Ze Carrión eligió un muro abandonado en primera línea del Mar Menor, en una de las manzanas aledañas a la base militar, para plasmar una de las visiones más trágicas de la actualidad. No podía haber encontrado una ambientación más apropìada para la página más sórdida de la historia contemporánea: rodeada de alambradas y cubierta de los restos de innumerables botellones, vidrios rotos y desperdicios, ha quedado la imborrable escena del éxodo sirio. Un barco con refugiados sin destino, bajo la atenta mirada de un policía, mientra una metralleta los sitúa al final de su trayectoria. Las grietas y desperfectos del muro se convierten en las heridas del mundo. "No me importa cómo está la pared. La he elegido yo. Es el momento de contar esto. Es lo que me interesa narrar", comenta el artista madrileño junto a su caja de aerosoles.
Hay que callejear y cruzar el casco urbano de Los Alcázares con ganas de ir descubriendo paredes de hablan. Los 41 artistas han continuado la tarea que comenzaron los 'superhéroes' de la Compañía de Mario -así se autodeniminan por un juego que comenzaron con Mario, el niño con parálisis cerebral con el que comenzaron el grupo artístico- con la intención de que continúe en los otros municipios del Mar Menor hasta lograr el museo al aire libre más grande del mundo.
En dirección al sur del municipio, hay que emprender camino por el flanco este de la mase militar centenaria para encontrar el tríptico que han dejado a más de 10 metros de altura tres de los artistas invitados. El italiano Gómez y su retrato en blanco y negro, el canario Sabotaje y su remembranza del niño senegalés, y la luna de Dan Ferrer. Más adelante, solo hay que dejar atrás la venta El Puerto para descubrir el muro de los valencianos Pichiavo, toda una sinfonía coral de tonalidades, en las que aparecen sus ya habituales figuras clásicas.
De vuelta al casco urbano, inevitable tropezarse con el teatro inacabado, una dudosa cara de la gestión política. Las paredes que en su día pagaron los fondos municipales -dentro ha sido expoliado y asaltado por vándalos- ya solo sirve para sostener los murales exteriores. En la fachada principal, las caras de Carmen martín Gaite, Gloria Fuertes, Ana María Matute, Camilo José Cela y Miguel Delibes paracen preguntarse circunspectos sobre el sentido de la obra que los sostiene en pie. En uno de los laterales, Picasso y Dalí dicen con la mirada que el arte siempre se abre paso, incluso entre la ruina, los ecos de las sospechas de corrupción y la ignorancia. Es precisamente el flanco de este teatro que nunca estrenó una obra, el que ha elegido el madrileño Sfhir para que su mujer imaginada alce el vuelo. La ha pintado, aerógrafo en mano, con una tormenta en el vientre que parece mantenerla en las alturas. "No sé si quiero saber lo que hay detrás de este teatro. Tal vez no acabaría de pintarlo", cuenta pocos días antes de marcharse al Caribe a dejar otra imagen de su fantasía.
Hay que pasar por la rambla de Los Alcázares para no perderse todas las obras que han dejado los muralistas en esta arteria del municipio. Más abajo, ya en la avenida de la Libertad, el madrileño Casassola se asegura con arneses para subir hasta el intrincado muro que ha elegido, dentro de un solar vallado con una valla de por medio. Su composición 'El beso. Alegato al amor no romántico' lo merece.
