Aquí estoy

Inmaculada Barranco

Me presento ante ustedes en este diario digital que recorre con sus líneas la espuma costera, las plazas y los barrios, y los surcos labriegos de esta querida comarca marmenorense.

“Es un asunto de educación básica: cuando uno llega a un sitio nuevo —la mesa de un bar, la contratapa de un diario— lo primero es presentarse, saludar”. Así lo hizo Leila Guerriero cuando se estrenó como columnista del El País en 2014.  El artículo lo tituló ‘Estaré aquí”.

Así que, aquí estoy: mi nombre es Inmaculada Barranco, soy periodista, paso mis ratos libres escribiendo relatos y resido desde hace inconfesables años en San Javier. Por entonces, en la terraza del Tayko escuchamos incluso a Lole y Manuel una noche de lluvia, quienes lejos de parar el concierto se cubrieron con un plástico y siguieron con la función. Los sábados los mejores michirones eran los del bar de Demetrio y si querías sabor a mar te ibas al kiosco de las gambas. Churros con chocolate en El Nenico, el bar Moderno con sus marineras, el regaliz de palo del Moreno, el cine de la eterna película y La Peladilla y las bandejas rebosantes de pasteles que mi padre nos traía los domingos por la tarde.

Por entonces amanecíamos en Santiago de la Ribera, en la San Isidro, para desayunar en las madrugadas de Nochebuena. Recorríamos aquella carretera escoltada de pinos mientras cantábamos villancicos. ¡Qué frío hacía!, qué lejos parecía estar, por entonces, La Ribera.

Frente marítimo de Santiago de la Ribera en los años cuarenta.

Aquí estoy y pasaré un tiempo con ustedes. ¿Cuánto?, nunca se sabe.

Hablaremos de actualidad, de lo que pienso, de lo que piensan. De las maravillas de la vida y de los horrores que nos rodean. De nuestro pueblo, del mundo, de lo importante y de lo frívolo. Pero hablaremos.

Y como recién llegada que soy a esta casa, ruego indulgencia. Las personas tímidas a veces somos temerarias y en mi caso, a veces, me apasiono y se me va la ‘bola’, pero solo cuando me duele el mundo.

Unas veces estaremos de acuerdo y otras nuestras posturas serán opuestas pero de eso se trata, de crecer discutiendo. Unas veces contaré tonterías, otras anécdotas simpáticas y otras charlaremos de la vida, de la moda y de series; de libros, de música. De poesía. De lo que logramos y de lo que perdimos.

Nos pondremos serios, muy serios para hablar de nuestros fantasmas, del sufrimiento propio y del ajeno. Del amor, de la vida, de quienes nos la dan y de quienes nos la quitan. Hablaremos de las guerras, de héroes y villanos, de las injusticias; del ganado humano, de la bolsa, de política; del mar y sus habitantes plastificados, de las cabinas telefónicas que se marchan y del 8G que viene.

Mi nombre es Inma. Aquí estoy. Me presento para tejer esta columna de palabras en la que pretendo poner el foco en los asuntos que nos preocupan. No me tomen en serio; tampoco en broma. Porque al fin y al cabo, como decía Kapuściński, “El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”.