Rosas rojas y vivas a San Blas en un día veraniego junto a la pinada

En palmitas y entre ‘vivas’ al santo, llevaron los vecinos esta mañana a San Blas, como es tradición, desde la iglesia de La Ribera hasta la ermita. Como siempre toca un pico climatológico en la festividad de invierno, este año fue el calor sofocante el que reinó en una jornada festiva y gastronómica junto a la pinada. 

 

En estos días entre temporales y soles asfixiantes, toca encomendarse a San Blas, patrón de los males de la garganta, y colgarse al cuello un santo de purpurina para conjugar catarros y derivados. Romeras y romeros pudieron este año lucir sus galas primaverales sin temor a coger frío, ya que las temperaturas superaron los 25 grados junto al Mar Menor. 

Ya a la salida de la iglesia de Santiago de la Ribera, los vecinos esperaban al santo, que salió mecido por los fieles portapasos que cada año piden turno para arrimar el hombro en el recorrido hasta la pinada. El trono lucía este año una cascada de rosas rojas bajo una franja de rosas color nácar, recostadas sobre grandes hojas de monstera y gerveras rojas. 

La salida del trono desde la iglesia de La Ribera, con los portapasos atentos a las órdenes de Antonio Carrasco, quien da el toque de campana. 

Los portapasos le dedican una parada cada año al fundador fallecido del hotel Trabuco por su dedicación a la fiesta de San Blas. El público aplaudió también los giros del santo en las dos esquinas del trayecto. Encabezados por las cortes de honor de las fiestas de La Ribera con los trajes típicos regionales, la comitiva se llena del color de los tocados florales en los moños, las faldas bordadas y los mantones, aunque es el rojo intenso el tono que predomina en las bandas de los romeros. 

El tramo más pintoresco de la romería sigue siendo el que se adentra en la pinada de San Blas y atraviesa la angosta calle que discurre entre la villa centenaria Benimar y la finca donde tuvo su origen la ermita de San Blas, una bonita casona que cada año abría sus puertas para que los vecinos encendieran velas al santo en una reducida capilla lateral. A los propietarios se les acabó la paciencia y el Ayuntamiento tuvo que iniciar las obras de construcción de una ermita, ya de líneas modernas, que congrega a los fieles, aunque no con el encanto de la tradición anterior. 

Los más pequeños, con sus trajes regionales, encabezaron el cortejo del santo. 

Romeras con las faldas bordadas y los tocados de flores, abren paso al trono de San Blas. 

Tras la misa cantada por el grupo de coros y danzas Mar Menor, se entregó el título de ‘Romeros del Año’ a Patricio Hernández y Beatriz Gallego, propietarios de la tienda La Avioneta, una de las más antiguas de la localidad, por su dedicación a la continuidad de esta romería campestre. 

Ya por la tarde ha vuelto a celebrarse el reñido concurso de lanzamiento de caramelos de San Blas con la boca, que este año ha tenido como potente triunfador al tenor Jesús Hernández, con una marca de 9,8 metros. En el apartado femenino, la ganadora ha sido Julieta Serra, con 8,7 metros. El tenor de La Ribera destrona al exconcejal de Festejos Pedro López en el podium del concurso festivo. 

Cuando los portapasos lleven de nuevo la imagen de San Blas a La Ribera pondrán fin a tres días de fiesta, en las que han concurrido un festival de rock, degustaciones de tortilla, migas y arroz, o la tradicional romería. 

Camino compartido hacia la pinada. El pescador Ramón Jiménez ‘El Gurullo’ charla con las autoridades eclesiásticas. 

Conjuntados en lila, una pareja participa en la romería bajo un sol intenso.