Trabajo duro y viento. Dos elementos que marcaban el ritmo de la vida hace cien años en el campo de Cartagena y Mar Menor, donde giraban sin parar más de 200 molinos. Dos factores que obligaban a vivir más despacio, a moler el trigo para hacer pan, y a trasladarlo en carros tirados por mulas. De aquella vida a la presente, vertiginosa y digital, solo quedan los gigantes blancos como testigos, la mayoría en estado de ruina. La fiesta de San Miguel trae al presente el recuerdo y la necesidad de recuperar el patrimonio histórico. GALERÍA DE FOTOS.
La Asociación de los Molinos de Viento de Torre Pacheco vivió un año más, el pasado domingo, su fiesta molinera con la romería de San Miguel, patrón de los molineros. Con sus alas extendidas, el arcángel guió a los vecinos desde la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Torre Pacheco hasta el molino del Tío Facorro y después a una ruta molinera hasta Roldán.
De los 14 molinos que quedan en Torre Pacheco solo cuatro están rehabilitados, recuerda Miguel Canva, vicepresidente de la Asociación. Los de El Pasico. El Jimenado, La Hortichuela y El Perea, tres harineros y uno de agua, que se suman a los del Tío Facorro, emblema pachequero ya que se encuentra en el casco urbano, y el de Garre en Balsicas, propiedad del expresidente murciano Alberto Garre.
La enorme piedra de moler del molino del Tío Facorro, en el casco urbano de Torre Pacheco.
«Era una vida dura», cuenta José Nieto, el último molinero vivo de Torre Pacheco. Su padre nació en el de El Pasico, y él en el de Las Ánimas, que ya ni siquiera existe. «Tenías que subir a cuestas los sacos o los haces de trigo por la escalera estrecha, para moler. Y todo para obtener escasas cantidades», explica el molinero.
«Aquí el gigante harinero/ tuvo gran repercusión/ causando bella impresión/ nuestro campo pachequero», compartió el poeta local Alejandro Aparicio sus versos dedicados al Romero del Año, título que entregó la Asociación este año al alcalde de San Javier, José Miguel Luengo. «Fue don Miguel de Cervantes/ el que ensalzó los molinos/ San Javier, entre sus vecinos/ hay un Miguel como el de antes».
La camisa molinera, las esparteñas y el pañuelo de romero fueron los emblemas que recibió el alcalde José Miguel Luengo.
Una camisa molinera y la vara de madera le entregaron al regidor, quien anunció el proyecto de recuperación del trébol de Veneciola, en La Manga, donde se alzaban tres molinos. «Actualmente solo tiene asfalto que casi se mete en el agua», explicó. «Este atuendo lo tendré siempre presente para trabajar por la recuperación del patrimonio histórico», les dijo a los molineros antes de partir en romería.
El alcalde de Torre Pacheco, Antonio León, recordó que «aún queda mucho por hacer, y entre todos, ayuntamientos, la Comunidad Autónoma y las asociaciones, trabajaremos por la recuperación de estos testigos de un tiempo en el que hubo más de 200 molinos de viento en el campo de Cartagena».
«Si los molinos hablara, seguro que contarían, lo dura que era la vida, cuando harina no había», cantó Antonio Pagán, expresidente de la Asociación y gran impulsor de la recuperación de los molinos y de la romería. «Me duele que estén en esas condiciones. Al molino del Tío Facorro se le ha roto ya el palo», afirma Pagán.
Unas niñas suben por las escaleras del molino del Tío Facorro para ver la piedra y el engranaje de madera.
En marcha hacia este símbolo del pasado pachequero, los molineros llevaron a San Miguel a hombros. A las puertas del primer molino repartieron roscos de San Miguel, a base de almendra, y vino dulce para coger fuerzas con que llegar al molino de El Pasico, uno de los más queridos por los vecinos, al igual que su ermita.
En carros y calesas, los molineros pasaron por el molino de La Hortichuela, el de Cachimanes y, finalmente el de Roldán, donde celebraron una comida de hermandad.
Salida de la romería desde la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en dirección al molino del Tío Facorro.
Tortas de San Miguel, a base de almendra, harina y huevo, con vino dulce para emprender el camino molinero.
Carros con caballo enjaezados y ruido de cascabeles a la salida de la romería de San Miguel en carros y calesas en dirección al Pasico.
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