De compras por Little England

Compras y mercadillos
Fuente

En la era que vivimos del vintage y el baúl multi-estilo donde todo cabe, una idea divertida es darse una vuelta de compras por el Little England murciano, es decir, la avenida Río Nalón de Los Narejos (Los Alcázares), a pocos metros de una de las mejores playas del Mar Menor.

 

La ruta empieza en la plaza del hotel 525, coronada en el centro por un bonito quiosco cafetería. La glorieta está salpicada de terrazas y se respira una de las atmósferas puramente guiris de la comarca costera. Los ingleses y escandinavos residentes de las urbanizaciones de alrededor se acercan hasta aquí a hacer sus compras y tomar sus pintas de cerveza, por cierto a los mejores precios de la zona (se ven ofertas de dos pintas cuatro euros). Dejamos la actividad cervecera para otro momento. Hoy vamos de compras.

En la plaza encontramos sin duda dónde vaciar la cartera, la visa y hasta el fondo de emergencia, aunque en nuestro caso no cabe esperar rescates de recapitalización. Al menos los precios no son tan astronómicos como en las ciudades de las que proceden los modelitos de SOS, una de las tiendas que antes llama la atención en la plaza. Vestidos cítricos de tejidos casi neumáticos para moldear las curvas, escotes halter con estampado de pañuelo y unos vestidos tubo con el pepplum que acaban de resucitar las pasarelas lucen en las perchas de este amplio comercio, cuyo dueño no para de recorrer mayoristas de Londres, París y Roma para hacer un cóctel bien llamativo en Los Narejos, con sucursal en La Manga Club. Dependientas de habla inglesa, 'of course', atienden a las turistas británicas de todas las edades que pierden el sentido del tiempo en los probadores. Dos advertencias: no preguntarse si existe la valiente capaz de subirse a los tacones y cuñas de cuatro pisos con ático, algunos de ellos con brillantitos y pinchos metálicos, cual Espinete roquero, porque la encargada de la tienda da fe de que se venden, y mucho. Qué daño ha hecho Victoria Beckham.


Y segundo consejo, reparar en los detalles, que es donde gana esta tienda cosmopolita, que atesora en una de sus vitrinas el clutch diseñado por Alexander Mc Queen decorado con calaveras joya en la boquilla. Una tentación.


No conviene abandonar la plaza sin echar un vistazo a la zapatería vecina, también con sello británico pero con querencias mediterráneas. Una de las mayores perfumerías de la zona, un local de juego (cada vez más de moda) y, enfrente, la infalible peluquería Santy´s, destacan en la soleada plazoleta. Seguimos nuestros pasos tras las compras más británicas posibles, es decir, raras. Nada más dejar atrás la plaza en dirección al mar, enfilamos una avenida de lo más animada por las terrazas indias, paquistaníes y de toda gastronomía internacional del gusto inglés. Una adorable caseta de madera azul nos vende plantas y objetos de regalo. Caminamos hasta Something Special, una de mis favoritas, repleta de miles de esos objetos tan entrañablemente ñoños que decoran las casas de campo británicas. Carteles de bienvenida, cojines con lemas hogareños bordados, tazas floreadas para el té, regaderas para imaginarse en un idílico jardín cultivando rábanos antes de regarse interiormente con un gin tonic de Martin Miller digno de la Reina madre. En esta tienda de esquina es posible comprar un regalo para una amiga haciéndole creer que vienes de un fin de semana en Londres a todo trapo.
Sin abandonar los arcos que protegen los comercios del resto de la avenida, encontramos otro universo de la moda guiri, Pink. Ante algunas de las piezas no podrá ni parpadear, créame, pero muchas otras son perfectamente ponibles en una cena entre españoles sin que las amigas te miren con gesto de preocupación. Siempre puede una decir que es de tus compras en Candem o Brick Lane y lo querrán desesperadamente.


Enfrente se encuentra una tienda especializada en ropa interior, uno de los fuertes ingleses, y en trajes de baño. Avanzamos por la avenida y nos topamos con la única barber shop de muchos kilómetros a la redonda. Para mayor singularidad, sirve bebidas a los clientes. Eso sí, el barbero no canta como es la tradición británica, pero sí existe en Los Narejos un grupo coral de mujeres llamado las Barber Shop porque cantan a capela el repertorio que se marcaban los barberos antaño en las islas británicas. Su puesta en escena incluye uniformidad en tonos flúor y mucha simpatía.
Prensa, croissants y bártulos playeros para comprar completan los escaparates de esta agradable y original avenida, a la que últimamente se han sumado restaurantes como Heming Way, otra forma de disfrutar, pero esa ya es otra historia.

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