'Sabor a mandarinas', la agridulce historia de la lotera invidente, gana el concurso Villa de Torre Pacheco

Torre Pacheco
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Una joven ciega y pobre, que anda descalza por un suelo empedrado. Los guijarros, con su tacto y sus hendiduras, forman su mapa mental del pueblo, por eso siempre camina descalza y nunca se pierde. Un día le regalan unos preciosos zapatos y la joven pierde la orientación en medio de una tormenta. 

Es el argumento del relato ganador del XXIX Concurso de Narraciones Cortas Villa de Torre Pacheco, que ha ganado la escritora extremeña Rosa López Casero con su obra titulada 'Sabor a mandarinas'. La autora, de 78 años, que ha escrito libros infantiles y otros relatos, viajó a Torre Pacheco para recibir, ayer domingo, el premio de manos del alcalde, Pedro Ángel Roca. Su historia de la joven ciega está basada en un hecho real que ella conoció en su tierra cacereña. 

El premio del XI Concurso de Microrrelatos fue para el escritor sevillano Manuel García Sierra, quien no pudo asistir y envió el video de agradecimiento que se reproduce a continuación. 

Las dos obras premiadas se editarán el próximo año en 'Cuaderno de Biblioteca', la publicación bienal que la Biblioteca de Torre Pacheco realiza con los relatos seleccionados en el Concurso. El próximo año, este certamen cumple 30 años y la Biblioteca prepara "algo especial", según explica la bibliotecaria Juani Manzanares

Para cerrar la entrega de premios, sonaron los violonchelos de la Unión Musical de Torre Pacheco en la Biblioteca municipal. Después, el público pudo escuchar al escritor murciano Ginés Sánchez, quien ofreció una conferencia titulada 'De qué hablo cuando hablo de escribir (sin ser Murakami)'. Sánchez es autor de libros como 'De tigres y gacelas' o 'Lobisón' editados por Tusquets.

'TESTIGO', de Manuel García Sierra

¿Qué quieres de mí? ¿Qué esperas? Te doy todo lo que puedo, ¿no es suficiente? Siempre pareces tan decepcionado, aunque yo trate de ser benevolente…

Estamos envejeciendo, tanto tú como yo, pero donde yo veo carácter, tú ves senectud; donde yo leo un mapa de experiencias acumuladas, tú sólo hallas arrugas.

Cuando te observo, encuentro la honestidad revelada, un rostro que madura con cierta gracia y serenidad. Tú me devuelves la mirada y lloras por algo más, algo perdido.

Querría poder consolarte, pero los espejos no sabemos mentir.

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