Café y teatro fueron siempre amigos bien avenidos. Las representaciones en locales donde se sirven cenas ligeras o simplemente bebidas se dieron en llamar cafés teatro y su tradición aún perdura, incluso con más auge. Unas tazas de café son a menudo el complemento ideal en una escena teatral para caldear el ambiente, para provocar diálogos jugosos entre los protagonistas o para dar carácter a un texto. El dramaturgo del siglo XVIII Leandro Fernández de Moratín se valió del suculento e intenso brebaje para escribir 'La comedia nueva o el café'; el italiano Goldoni creó unos personajes adictos a la cafeína en su comedia 'El café' y, en la 45 edición del Festival de Teatro, Música y Danza de San Javier, café Il Trovatore se ha convertido en colaborador, aroma y sabor de la magia del teatro, incluso con una vajilla cafetera que une estas dos pasiones.
Un café madrileño, anexo a un teatro, con sus mesas y sillas y su aparador de café es el escenario de la comedia satírica 'La comedia nueva o el café', que Moratín estrenó en 1792 en el Teatro del Príncipe de Madrid. Los cafés eran establecimientos novedosos en aquella lejana época, pero calaron bien en la costumbre española de encontrarse en locales donde se sirvieran bebidas frías o calientes para charlar, conspirar o debatir o lo que se tercie. El café es el espacio único de esta intriga con la que Moratín pretendía criticar el estilo de dramas heróicos que se representaban por entonces, con decorados desmesurados, gran cantidad de personajes, incluidos ejércitos y caballerías, profusión de trucos escénicos, todo lo cual hacía primar el aparato visual por encima del texto. En cambio, en 'La comedia nueva o el café', el dramaturgo recurrió a la prosa -algo poco habitual en la época- para acentuar su modo llano de hablar, y dio mayor relevancia a los diálogos. Entre los 8 personajes destaca el servicial Pipí, el camarero que intercala sus preguntas cotidianas en las charlas del resto, del tipo "¿Lo quiere con leche?".
Para el dramaturgo veneciano Carlo Goldoni, el café también se convirtió en un sugerente elemento para el teatro. Sobre su obra 'El café' (1750) dijo: "Con el título de esta obra no presento una historia o un determinado carácter humano, sino un café, donde transcurren varias acciones a la vez, al que varias personas son atraídas por distintos intereses". El italiano imaginó un escaparate de personajes adictos al juego y a la cafeína, oportunistas, algunos de ellos mafiosos, que sedujeron después al cineasta Rainer Werner Fassbinder para su particular versión, en la que utliza personajes y trama pero añade su particular desenlace.
Cientos de escenas y obras evidencian ese emparejamiento del café y el teatro. Antonio Gala los unió de nuevo en 'Café cantante', el lugar donde se refugia La Talismana, una estrella trasnochada, metáfora de lo que fue España.
No solo en el teatro clásico, o entre los autores de hace décadas, es el café un recurso seguro. Este mismo año la ONG Caídos del cielo pusieron en escena la obra 'Magia café', la historia de tres mujeres que crean un café para personas sin hogar para hacer teatro de sus vidas, convertir su dolor en canto, baile e improvisaciones teatrales.
Por éstas y muchas más razones el café y el teatro van desde siempre de la mano, como en la colaboración que se ha establecido entre el Festival de Teatro, Música y Danza y la marca murciana de café Il Trovatore, que ha basado su esencia en la fuerza escénica y el lirismo de la ópera. Sobre todo con su café más especial, Rosee, compuesto por variedades arábicas y aromas florales, está presente en el veterano festival de San Javier. Para conmemorar la 45 edición del encuentro teatral, Il Trovatore ha creado una vajilla especial que se puede adquirir en la Oficina de los Festivales, en la plaza de España de San Javier, y en Establecimientos Pardo de San Javier. Una ocasión especial para disfrutar de ambas pasiones, el deleite de un café con la intensidad de una ópera y una buena función de teatro. Que disfrute de la función...
