GRETA

Opinión
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Inmaculada Barranco. “… no quiero tu esperanza, ni quiero que la tengas. Quiero que entres en pánico, que sientas el miedo que yo siento todos los días, y luego quiero que actúes (...). Quiero que actúes como si tu casa estuviera en llamas, porque eso es lo que está pasando”.

Con 16 años, Greta Thunberg, es la mujer del año en Suecia. Activista medioambiental, estudiante y recién propuesta para el Nobel de la Paz. Diagnosticada de  autismo y TDAH, explica que "para los que estamos en el espectro autista todo es blanco y negro. Y para mí no hay zonas grises en lo referido a la supervivencia de nuestro planeta. O decidimos seguir adelante como civilización o no. Por eso tenemos que cambiar”.  Ella es la punta del iceberg de la revolución que viene y viene a pasar factura por los daños causados a la Tierra a causa de nuestra irresponsabilidad.

“Mi nombre es Greta Thunberg. Tengo 15 años. Soy de Suecia y hablo en nombre de la justicia climática”.   Así comenzó su discurso, el pasado 4 de diciembre de 2018, ante la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP24), que se celebraba en Katowice (Polonia).

Días después, el 12 de diciembre, se dirigió de nuevo a la asamblea en pleno y en los tres minutos que duró su intervención dirigió duras palabras sobre los asistentes. “Ustedes solo hablan del crecimiento económico verde y eterno porque tienen demasiado miedo a no ser populares. Solo hablan sobre seguir adelante con las mismas malas ideas que nos metieron en este desastre (…). No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros, los niños. Pero a mí no me importa ser a popular. Me preocupo por la justicia climática y por el planeta.

Y el rapapolvo a los gerifaltes no quedó ahí: “(…) si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema (…). No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no”.

En enero de este año, Thunberg viajó con su padre en tren hasta Zúrich, Suiza, un trayecto de 32 horas, en el que siendo fiel a sí misma, evitó el avión por ser más contaminante, para dar un discurso ante los líderes mundiales en  la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial en Davos. A su llegada fue recibida por la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde.

El 24 de enero, participó en  una sesión junto al cantante Bono, la antropóloga Jane Goodall y la economista Christiana Figueres, entre otros.

El 26 de enero,asistió a la sesión ''Preparándonos para la alteración climática'', junto al presidente del Banco Nacional de Francia, François Villeroy, y de nuevo dio un discurso que, al igual que el realizado en la COP24, tuvo repercusión mundial:

“Nuestra casa está en llamas. Según el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), estamos a 12 años de poder resolver nuestros errores. Resolver el cambio climático es el desafío más grande y complejo que ha enfrentado el homo sapiens. Los adultos dicen: Tenemos que dar esperanzas a la próxima generación. Pero no quiero tu esperanza, ni quiero que la tengas. Quiero que entres en pánico, que sientas el miedo que yo siento todos los días, y luego quiero que actúes (...) Quiero que actúes como si tu casa estuviera en llamas, porque eso es lo que está pasando”.

Esta historia comenzó hace unos meses. El verano de 2018 hubo numerosos incendios forestales ocasionados por una ola de calor tal que acabó convirtiéndose en el verano más caluroso de la historia de Suecia. En la mañana del 20 de agosto, Greta, que cursaba noveno grado, decidió no volver a clase hasta pasadas las elecciones generales del 9 de septiembre. Con su protesta demandaba que el gobierno se ciñese al Acuerdo de París y redujera las emisiones de carbono. Así que a lo largo de tres semanas, durante la jornada escolar, se sentaba en las afueras del Riksdag, el parlamento de su país, con un cartel que decía Skolstrejk för klimatet (Huelga Escolar por el Clima).

Pasadas las elecciones continuó con su protesta y decidió no ir a clase los viernes. De esta manera surgieron los Fridays for future (FFF) o Viernes para el Futuro. Este movimiento ganó popularidad en las redes sociales y, poco a poco, se fueron sumando organizaciones estudiantiles de todo el mundo.

Hoy, 15 de marzo, ha sido convocada una huelga mundial de escolares para pedir que se tomen medidas urgentes contra el cambio climático y han participado unas 1.700 ciudades de 105 países. "El futuro del planeta está lo suficientemente comprometido como para que unos niños falten a clase por ello”, - dice Greta.

Los niños salen a la calle a reclamar lo que es suyo. Y han despertado en un momento en el que numerosos colectivos políticos de diversos países niegan el cambio climático, manipulan a la opinión pública con mentiras y falacias y promueven el odio a la diversidad social, racial y cultural. Es esperanzador ver al auténtico relevo generacional en pie. Hoy es un día grande. Una niña ha levantado la voz y ya huele un poco menos a rancio.

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