En la máquina del tiempo de San Pedro

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Botón de arranque de la máquina del tiempo de San Pedro del Pinatar. Destino: todas las épocas. Una visita al Museo Arqueológico y Etnográfico Barón de Benifayó tiene potencial para trasladarnos a tiempos remotos, siglos más cercanos y épocas gloriosas.

Las edades del pueblo salinero dentro de un edificio ecléctico, construido en el siglo XIX con su personalidad palaciega y ese aspecto de castillo romántico con almenas y torreones, rodeado de un gran parque. Tal vez una princesa se asomó asustada a alguna de sus ventanas. Es más que probable, ya que la casona es conocida también como Casa de la Rusa, en recuerdo a una misteriosa princesa que, según dicen, trajo a estos lares el Barón de Benifayó, Julio Falcó dÁdda, perteneciente a la casa italiana de Saboya y emparentado con las más ilustres familias de la nobleza española. El noble murió en el palacio de ladrillo en 1899. Dicen también que mandó construir en la isla del Barón una réplica del palacete, que aún sigue en pie en medio del Mar Menor, y que allí vivió la misteriosa rusa, a la que algunos pescadores vieron -según cuenta la leyenda- cabalgando desnuda a lomos de un caballo con su larga melena de destellos metálicos.

Volvemos al Museo para partir rumbo al pasado más remoto. Su director, Marcos David Gracia, guía al visitante por los caminos de la memoria, entre curiosidades, anécdotas y datos históricos.

En las primeras salas encontramos restos fósiles y objetos paleontológicos de origen íbero, romano, medieval e islámico. La colección posee una envidiada sección de arqueología submarina con materiales procedentes de los yacimientos marinos de las zonas más cercanas, como Punta de Algas, San Ferreol, La Barra y El Mojón, así como una selección de fósiles y materiales de culturas prehistóricas del sureste. Cuellos de ánforas con el sello de argamasa y arena intacto y la marca del fabricante de gárum o vino de la época, lucernas de cerámica de la Romanización halladas en el yacimiento de Punta de Algas, ungüentarios, cepos de anclas de la Torre Derribada. Y, entretanto, la emoción de estar cerca del pasado más remoto.

Entrada al Romanticismo

Podría sonar de fondo algo de Bizet, de Shubert o de Verdi en la sala dedicada a la Burguesía local de finales del siglo XIX. Si la imaginación vuela, los imaginamos recibiendo a las visitas en su residencia de verano, entre sólidos y trabajados muebles, como el escritorio que se puede ver con su escribanía y su atril, una maravillosa lámpara de madera y lino, junto a retratos del Barón y de algunos familiares.

Un arco neo mudéjar nos traslada a la realidad de la vida rural del pueblo costero en las largas décadas del siglo XX. Las labores del campo, los trabajos para la extracción de sal, la trilla, la recogida. Piezas recuperadas del olvido y del abandono se ilustran con fotografías de familias del pueblo.

No solo para niños

Una de las salas abraza una parte de lo que fue el Museo del Juguete, en el que los vecinos vertieron sus piezas más emotivas y, con ellas, parte de su infancia. Una olla de una de las atracciones veraniegas, un caballito de una verbena, vitrinas con piezas antiguas, en las que se puede comprobar cómo han evolucionado la videoconsola o los trenes eléctricos. Más de 300 jueguetes antiguos, todos cedidos o donados por colaboradores y amigos, que conforman una historia completa del sentido lúdico del hombre. Canicas, tirachinas y trompas, pero también los primeros video juegos de ordenador.

Pinatar Films presenta

La última parada sube al visitante en la nave del cinematógrafo. Proyectores antiguos, cámaras de fotos y material propio de las cabinas de proyección, procedente del viejo cine Moderno que despertó los sueños de varias generaciones. Cuando el edificio modernista que acogió el cine en el pueblo se encuentra al borde de la demolición, resulta aún más necesario recordar que San Pedro no solo es un municipio turístico que vivió el boom inmobiliario, sino que atesora una intrahistoria llena de vidas, recuerdos y sueños a la penumbra del cinematógrafo. En sus orillas se rodaron además 13 películas con títulos tan recordados como 'Pajarico' y 'Son de mar', o de corte ya vintage como 'Una virgen entre muertos vivientes', pero esa es otra historia. Otra ruta para un nuevo día en busca de la esencia de San Pedro del Pinatar.

Para ver galería de fotos sobre el museo pincha aquí. 

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PRÓXIMOS EVENTOS

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