Crítica gastronómica: La Cangreja, un mordisco al globo terráqueo desde La Manga

Gastronomía
Fuente

Sonia Egea Latorre

Hoy os voy a hablar de un chiringuito situado en La Manga del Mar Menor, en la playa Galúa: La Cangreja.

Pero no es un quiosco al uso. Pisas la arena del Mediterráneo y lo encuentras con unas tablas de madera blancas con un atardecer sobre el océano pintados, y se presenta la cangreja dibujada, que nos recuerda a unos enormes labios rojos. El techo es de esparto junto a las lámparas. Mesas y sillas de madera donde podrás disfrutar de sus platos, teniendo la posibilidad de tumbarte en las hamacas cubiertas por sus sombrillas de caña. Los he visitado tanto para comer, como para cenar y, tras acabar dichas comidas, cambia el entorno: se acaban los pases de comida y las jarras de cerveza y sangría danzando por encima de las cabezas. Dan pie a las copas y cócteles que se acompañan con música, eso sí, el equipo nunca pierde la sonrisa.

Su cocina no está compuesta por los platos que solemos encontrar en la oferta de otros chiringuitos. Aquí se viene a probar nuevos sabores de aquí y de allá. Productos de diferentes lugares que se unen en un mismo plato. Y todo con un toque sencillo y divertido. Un plan que no falla para pasar el día con amigos en la playa.

Casi siempre elijo la opción de compartir los platos y en esta ocasión así fue. El primer bocado proveniente de un lugar de colores, texturas y picantes: México pasa por la carta de La Cangreja ofreciéndonos tacos. Probamos el Tullitaco (verdura asada, aguacate, col, canónigos, cacahuetes, pico de gallo y cilantro ) y el Mosquitaco (sepia encebollada en su tinta, sofrito Mosqui, coliflor, chucrut, aguacate, pico de gallo y cebolla crujiente). Un plato para pringarte las manos mientras saboreas cada ingrediente.

La Cangreja sorprende con bocados que evocan diferentes partes del planeta.

El Mosquitaco fue el que más me sorprendió, la sepia junto al sofrito y el crujiente crudo de la coliflor piden repetir. Continuamos en México con las quesadillas, primero tomamos la Chiken Tika: pollo guisado, masala, coco, queso Comté, tomate y mayo. Aquí consiguen esas características de la comida preparada con varios condimentos, pasando por India con el masala, llegando a Francia con el queso de leche de vaca y devolviéndote a México con el sabor tropical del coco. La segunda, la Shrek: bacon tostado, cebolla frita, cebolleta, mantequilla de trufa, Pecorino y mayo. Con esta quesadilla terminamos el viaje en Italia, con su queso curado de leche de oveja y la grasa de la panceta imponiendo su sabor.

Nos desplazamos a Asia con los baos (el bao es un bollo cocinado en este caso al vapor, habitual de la cocina china). Rellenos de varios ingredientes, consiguen en cada mollete dejar la huella de la cocina asiática. Nos decantamos por tres baos: Mr. Duck de pato confitado y papada, Dr. Eal de anguila y Casquibao de carrillera guisada. Yo me quedo con Mr. Duck y su Salsaca; no podrían haber elegido mejor el nombre ya que es una explosión de sabores procedentes de Japón, China y se atreven con un toque de Jerez, el Amontillado.

No hay hamburguesas 'fast food' en La Cangreja. Carne de buey o secreto de chato murciano para elegir frente al Mar Menor.

Y para terminar elegimos las dos burguers: Harry, de carne de buey y Joseba, de secreto de chato murciano. Me gustó la apuesta por el producto de nuestra región, aunque esperaba más sabor en la carne. La de buey me pareció más sabrosa, encajando mejor todos los sabores.

Al terminar tal atracón, pasamos a las hamacas donde descansamos un poco para pasar al cóctel, una piña colada muy bien elaborada.

El ambiente, el equipo y la comida crean un entorno para desconectar la mar de bien en un día de verano. Un dato importante, reservad antes de ir, somos muchos los que queremos probar la experiencia cangreja.  

 

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