'Vivir de espaldas al Mar Menor'

Comarca Mar Menor
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ANTONIO ZAPATA. Las élites sociales y económicas de la sociedad murciana y sus representantes políticos electos viven de espaldas al Mar Menor. Esta afirmación ya no sorprende a nadie. Hay muchos indicios: desde el estado de la laguna, pasando por la inacción de los gobernantes y sus repetidas victorias electorales, hasta la desmovilización de la sociedad.

Lo consideran un charquito gracioso donde obtener pingües beneficios en forma de pelotazos o de bancales hiperproductivos; quizá algunos lo ven como un lugar donde refrescar su panza en verano, si es que no se van al sur de Alicante, o un sitio donde colocar el barquito para tomar el sol. Pero nada más. No es, ni ha sido, un lugar digno de dedicarle atención y recursos. Era la gallina de los huevos de oro, y quienes avisaban de su deterioro eran tratados de alarmistas, y calificados poco menos que de cavernícolas por querer oponerse al “progreso”. Curioso concepto, ese progreso material que se ha traducido en un retroceso en la calidad de vida. Un progreso que era pan para hoy y hambre para mañana, como se está viendo en estos últimos tiempos.

¿Cuáles han sido las causas de esta actitud? Primero, siempre, los intereses económicos de grupos de poder empresarial, ya fueran urbanísticos o agroindustriales. Segundo, el papel de una administración que en el mejor de los casos ha estado ausente. Tercero, y principal, la ignorancia. Una ignorancia profunda de los valores naturales y culturales asociados al Mar Menor. Resulta curioso apreciar que apenas unos kilómetros al interior la sensibilidad hacia el estado del Mar Menor es nula. Pero ya no solo entre las élites, sino entre la mayoría de la población. La prueba es evidente. En las últimas elecciones ha ganado un populismo de extrema derecha que propone soluciones simplonas a problemas complejos (véase las golas). Este populismo, sumado al conservadurismo tradicional del partido gobernante 25 años, suma un 60% de la población. 

El agua para todos ha creado en la Región de Murcia una seña de identidad, ha calado más hondo que los pozos en busca del oro líquido del acuífero. Pero esa solidaridad no ha sido bidireccional. Es difícil encontrar a un ciudadano de cualquier punto cercano al Mar Menor que no empatice con la falta de agua en la Región. Pero, ojo, ante la necesidad de salvar el Mar Menor, la mayoría decide dar una sonora bofetada en toda la cara. Quizá porque algún gobierno colgó el “Agua para Todos” en los balcones, pero sobre el Mar Menor lo que hace es colgar, simbólicamente, a quienes lo defienden. Resulta curioso que una población de origen agrícola olvide sus propias raíces, olvidando que se recoge lo que se siembra. Y lo que estamos sembrando es la destrucción de nuestro entorno y vamos a recoger un deterioro de nuestra salud, de nuestra economía, de nuestra sociedad. 

Pero no se puede volcar todo en quienes viven unos kilómetros al interior. En sus orillas, quienes disfrutamos del Mar Menor desde la más tierna infancia, y todo el año, tampoco contamos con un mejor diagnóstico. ¿Cómo se puede vivir en un pueblo costero y hacerlo de espaldas al mar? Pues se puede. Aquí la gallina de los huevos de oro atraía promociones urbanísticas a destajo. Se creaban playas de la nada, sin considerar los posibles efectos medioambientales. Se ignoraban los avisos que levantaban la voz desde hace 20 años. “¡Más ladrillo, que es la guerra!”, gritaban. 

¿Y ahora qué? Pues nos queda el manido lugar común,  no por ello menos cierto, de que crisis significa oportunidad. Y es verdad. Tenemos la ocasión de reinventarnos, de hacer de la necesidad virtud. Toca reivindicar nuestros valores naturales, defenderlos, apostar decididamente por una economía – en sus diferentes ámbitos - lo más sostenible posible. 

- “¿Convertirnos en aquello que no hemos sido capaces siquiera de intuir hasta ahora? ¿Y por qué diablos lo vamos a hacer?” - pregunta el mújol.

No creo que sea una utopía. Se llama instinto de supervivencia, y como especie estamos preparados para ello. El futuro es tan sombrío que lo mejor es recorrer este sendero, por la cuenta que nos trae.

Antonio Zapata es profesor de Geografía e Historia de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y presidente de LAEC.

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