ANTONIO ZAPATA. El pasado mes de octubre, las redes sociales de la Biblioteca de Los Alcázares anunciaban que habían batido récord de préstamos en dicho mes, superando ampliamente los datos prepandemia. Dichas cifras constataban la capacidad de recuperación de un lugar cuya trayectoria en los últimos años es digna de ser analizada.
Ha sido arrasado en dos ocasiones por las inundaciones (2016 y 2019), y su actividad cotidiana se ve amenazada, desde hace décadas, por la falta de recursos humanos y financieros, lo que se traduce en falta de planificación y objetivos en su programación (con honrosas excepciones).
El último obstáculo (meses finales de 2022) son unas tremendas goteras y cierres 'fijos discontinuos' por falta de personal. Y, a pesar de todo lo anterior, bate récords de préstamos. Un lugar resiliente, sin duda. Pero, ¿es suficiente con la dichosa resiliencia?
En el siglo XXI una biblioteca es, y debe ser, algo más que un lugar para prestar libros. Sin perder el norte de su actividad más clásica, no puede entenderse únicamente como un container de libros que entran y salen. Sería una actitud propia de otra época y corte moral, como decía Loquillo. Hace unos años se planteaba el debate en términos de 'sala de estudio sí, sala de estudio no'. Superada dicha dicotomía con la creación de las salas de estudio, el futuro de las bibliotecas transita otros senderos. En estos tiempos ha de convertirse en un centro cultural dinamizador de su entorno.
¿Cómo? Fomentando la lectura entre los más pequeños y los más grandes. Las actividades infantiles han de ser un pilar principal, y acercar a los más pequeños a un mundo que solo puede traerles parabienes y ventajas. Para ello necesita recursos humanos y financieros adecuados. Y también necesita planificación, estrategia y continuidad.
¿Cómo? Convirtiéndose en epicentro de una variada actividad cultural. En este sentido uno siente sana envidia de otros municipios vecinos como San Javier, donde las actividades confluyen en ese sancta sanctorum que es la Biblioteca Municipal de San Javier. Eso sí, San Javier cuenta con más recursos humanos y financieros, elementos básicos que hacen posible la planificación.
Los Alcázares tiene una biblioteca con muchos y graves problemas ya mencionados, pero también cuenta con fortalezas. Tiene un club de lectura muy consolidado, y unos concursos de fomento de la lectura que funcionan muy bien. También tiene un público fiel que responde a las actividades infantiles. Estos puntos fuertes deben ser la base para convertirse en lo que debe ser: un lugar más vivo, más abierto - literalmente -, más activo y más dinámico. Y menos resiliente. Todo ello, sin recursos humanos y financieros adecuados, es imposible.
ANTONIO ZAPATA es historiador y cronista oficial de Los Alcázares, cofundador de la asociación Los Alcázares EcoCultural.
